Tamora

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Kim Junmyeon, con mareos excesivos causados por el viaje en barco, esperaba recuperándose en el puerto de Tamora  para ir en búsqueda del gobernador quién lo guiaría a la casa de la nueva concubina real. Había vomitado hasta el apellido cuando una barca pesquera se acercó hasta él.

— Disculpe mi señor, ¿es usted el vocero real?

oh no cruzó por la mente de Junmyeon al pensar que el gobernador había enviado por él en barca, no quería subirse a otra por lo que le restaba de vida.

— Lo soy, si me indica el camino, iré a pie a la gubernatura.

— Es por ahí… — Contestó el pescador con una mueca de confusión, señalando un camino despejado. — Me pidieron entregar esto.

Sacó un sobre de tela y lo entregó, no esperó agradecimiento alguno y ayudado con los remos se alejó.

El sobre, de una suave seda con elaborados diseños de dragón tenía dentro la carta del rey, el príncipe había salido con dos días de diferencia a Tamora, tenía la indicación de recibirlo y preparar altares junto al mar, buscar a la concubina ya no era prioridad.

Así que lanzando un sonoro suspiro, hizo que la comitiva real se apresurara por el camino indicado para comenzar con los preparativos, solo esperaba que si se requería otra concubina, viviera en un lugar cercano…

La isla de Tamora, una de las más alejadas de Joseon era pacífica, cubierta casi por completo de vegetación. Las pocas chozas distribuidas por la isla se veían como sacadas de alguna historia de ficción, un cuento de hadas, ya que, al ser de paja y debido a la humedad del ambiente, las plantas trepadoras cubrian paredes y techos, camuflandolas con la vegetación, la población dedicada en su mayoría a la pesca de ostras era amable.

Una  excepción a esa descripción era la familia Cai que generaciones atrás había pertenecido a Ming y quien gobernaba la isla, no por mandato real, sino porque al ser la única familia noble, el gobernador actual les daba preferencia especial, todo lo que dijera Cai Xukun se cumplía.

Así que cuando el gobernador sugirió que en lugar de una posada, el TaeYa se instalara en la residencia Cai y con la insistencia  del noble quién parecía a punto de atacarlo si se negaba, el pobre Junmyeon no pudo más que aceptar, se instaló con la comitiva, la dama de corte asignada a la nueva consorte y los guardias que lo acompañaban en dicha casa y de dispuso a encontrar, sin ayuda de los Cai, la localización perfecta para los altares mientras lo bombardeaban tanto el emperador como su anfitrión con miles de preguntas sobre la visita del Taeya, a las cuales no podía contestar ya que ni él sabía porque el cambio de planes.

Tormentas acechaban el camino real, temblores en la capital, sequía hasta en los pueblos que antes poseían abundantes ríos caudalosos, hambruna por doquier y a pesar de todo, el viaje por tierra a Tamora duró menos de lo planeado y todos lo agradecían al príncipe que guiado por los consejos del Baksu  lideró casi todo el camino.

El líder de la expedición, uno de los soldados más experimentados en los caminos reales, sufrió un grave accidente a los días de iniciado el recorrido, ya que, cuando el Baksu amablemente sugirió que debían desviar su andar por el camino real y tomar en cambio uno accidentado y sin explorar, el soldado ignoró el comentario como si no lo hubiese escuchado, jactándose de que el tramo era por completo seguro y no había por qué alentar sus pasos al derivarse por una corazonada sin razón de ser, causando que el caballo se adentrara en el hundimiento de la tierra, tirándolo de la montura y quebrando se un pie, imposibilitado a su vez de guiar el recoorrido por no obedecer el consejo del Manshin de

Cuando el soldado que quedó a cargo después de guiarlos, se accidentó también por la misma terca razón, el Taeya, entendiendo que sus hombres eran reacios a seguir las sugerencias de su consorte al saberse con experiencia, tomó el liderazgo y no dudo en seguir al pie de la letra las indicaciones de su esposo.

Encontraban agua, comida, refugio y ya que el consorte real descartó las comodidades del carruaje real para tomar un caballo,  llegaron con antelación al puerto.

A medida que se acercaban a Busan el nerviosismo de BaekHyun aumentaba, una cosa era el camino agitado que los orillaba a permanecer alertas, alejados uno del otro y otra las quince horas que pasarían en el estrecho barco que los llevaría a Tamora, si más que hacer, que permacer al lado del Wangseja.

Su corazón Tok, tok tok tok no paraba de latir con fuerza y su mente no dejaba de pensar en las suposiciones dichas por su eunco ni en las burlas de su Dios.

El corazón de Chanyeol estaba en las mismas condiciones, bombeando sangre de manera frenética, pero contrario a su esposo, este lo hacía por emoción. Él, que veía siempre el lado bueno de las cosas, se olvidó por completo del asunto que los llevaba a la isla y sólo podía embelezarse con la vista de su esposo quién a la cabeza de todos, lideraba sin duda, con una determina digna de un gobernante, pero sin eclipsar a nadie. Solo podía suspirar en un intento por contener su deseo de tirarlo del caballo y hacerlo suyo. El barco… tenía esperanza en el viaje en barco.

 El barco… tenía esperanza en el viaje en barco

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La Manshin y el Príncipe heredero ~찬백~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora