Un Dios influyente

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Cómo todo ser humano a veces se aburría, a veces no quería hacer nada, a veces era tanto el cansancio que generaba su trabajo que hasta pensaba en dedicarse a otra cosa, pero a pesar de todo eso lo amaba. No podría considerarse a sí mismo un ser humano común, porque aunque no era el único Kangsin Baksu en el mundo, los demás no tenían una conexión directa con su Dios, toda su vida o al menos, toda la vida que recordaba había sido así y estaba acostumbrado a que todo lo que sintiera y pensara su dios ya lo sabía.

A lo que no estaba acostumbrado es a fingir 24/7, el Eunco Yang no lo dejaba ni a sol ni a sombra, siempre pegado a sus talones y tras las delgadas puertas siempre había gente, ni siquiera por la noche lo dejaban solo, así que estaba realmente cansado, estaba cansado de fingir ser la persona intachable que creían, estaba cansado de moderar su voz para hablar con su dios y estaba cansado de la nula privacidad que poseía, eso y los rituales por supuesto. Su Dios solo le decía "esfuérzate más, no lo estás haciendo con ganas, no lo estás dando todo de ti" pero los desastres no paraban y era desesperante y cansado las limitaciones dentro de palacio.

En ese preciso momento el cansancio en su cuerpo era tanto que hasta el bailar gutchum le dolía y aún faltaba tiempo para dar por finalizado el Kut. Cuando giró para quedar de frente al altar vio acercarse a su esposo hasta reunirse con la reina, sacó fuerzas de dónde ya no había hasta terminar, después de todo no quería verse débil, él también tenía orgullo.

Los asistentes se acercaron para darle las gracias mientras los sirvientes desmontaron parte del altar.

— Cumple tus promesas y no olvides que si eso quieres primero debes merecerlo.

BaekHyun escuchó las últimas palabras de lo que parecía ser un regaño por parte de la Reina a su hijo ya que este se notaba escéptico a lo que había dicho.

— BaekHyun querido, muchas gracias por el Kut de hoy, estoy segura que los dioses nos concederán pronto su gracia por tus esfuerzos. Los dejo para que pasen tiempo juntos.

Dentro de palacio ella era su persona favorita, era amable, dedicada a los dioses y su voz era cálida, no era la típica reina que quería que todo hicieran los demás, mandona o exigente y siempre asistía a los rituales y participaba ferviente. Una vez que los dejó solos, o al menos lo más solos que pueden estar dos personas de la realeza también se fue su Dios con un "esfuérzate"

— ¿Quieres caminar? — propuso el Taeya anhelando una escena romántica al recorrer juntos los jardines con el resplandor de la luna llena iluminando el camino

— Monté un altar desde que salió el sol e hice un rito de diez horas, lo que quiero es descansar.

A pesar de que su tono no demostraba más que respeto fue imposible no pensar para el príncipe  *Con un no hubiera sido suficiente* pero no replicó recordando las palabras de su madre y viendo una oportunidad en su respuesta. Si estaba cansado entonces…

— ¿Tomamos un baño juntos?

Se escuchó el estruendo del bangul al caer, pues en vez de echarlo a la caja donde se guardaba resbalaron por el lateral, llegando al suelo. Los sirvientes se apresuraron a ayudarlo, no por que fuera pesado, siendo también un príncipe no debía recoger las cosas del suelo. El incidente le dió tiempo de pensar en una respuesta.

— No creo qué…

— Solo bañarnos — Lo interrumpió Chanyeol con su característica sonrisa — conocernos mejor, ya sabes…

Era una buena manera. En el pueblo cuando se bañaban en el río, varias personas lo hacían a la vez, había compartido el baño con sus hermanos y su padre, sabía que era la mejor forma de acercarse a alguien pero tenía que aceptarlo, estaba nervioso. Recordó el "esfuérzate" qué tan seguido le decía su Dios y así lo haría

Asintió cómo respuesta.

La bañera cubierta de roble empotrada en el suelo era espaciosa, no lo suficiente para dar unas zancadas pero sí para recostarse por completo, las dama del Taeya llevaron dos pares de batas blancas limpias, las típicas que servían para descansar por la noche, los ayudaron a quitarse la túnica superior y los dejaron.

— Quieres que te ayude con…

Las manos de Chanyeol iban hacia la túnica interior de su esposo, desistió cuando este dio unos pasos hacia atrás.

— Lo haré yo mismo.

En parte sentía que su cansancio había disminuido para ser reemplazado por nervios, no es que fuera vergonzoso con su cuerpo era que por alguna razón sentía que a partir de ahora ya no habría un punto de retorno.

BaekHyun se desvistió frente a él evitando mirarlo pero sintiéndose observado todo el tiempo, una vez desnudo entró a la bañera, el agua tan caliente como la que le llevaban a él, pero ya se había acostumbrado a tolerarla, de nada había servido pedir agua fría. Se sentó sintiendo la relajación por la calidez de inmediato, solo entonces se permitió ver a su esposo, conservaba aún los pantalones y no pudo evitar tragar duro cuando los retiró.

Él en verdad nunca había pensado en una familia, tenía una relación amor-odio con su dios y eso le bastaba, sin embargo conforme a la costumbre creía que algún día tendría que casarse con una mujer y engendrar hijos, no por que lo deseara o por qué le llamara la atención hacerlo sino por qué era lo esperado, lo usual. Así que ver al hombre con el que lo habían casado desnudo lo impactó. Desde ese punto de vista se veía enorme, no es que el fuera bajito pero le sacaba una cabeza en estatura, los brazos a diferencia de los suyos estaban marcados con firmes músculos, BaekHyun siempre se había considerado a sí mismo de buen cuerpo, era delgado y eso le bastaba pero fue inevitable compararse con él, los pectorales, la espalda triangular con cada músculo visible y esos cuadros en su abdomen, por Dios! Siquiera era posible eso!? Era como una escultura de arcilla cubierta de piel. Quería evitar mirar más abajo de eso, llegando a la conclusión de que no había nada malo con hacerlo, después de todo ambos eran hombres y curiosear el tamaño no hacía daño. No debió haberlo hecho, era evidente que el príncipe no tenía frío, es más, parecía que el calor lo invadía, podía imaginar los pensamientos que pasaban por su mente solo de ver ese trozo orgulloso de su cuerpo.

— Solo bañarnos — Repitió, por si las dudas y ahí estaba, una sonrisa idéntica a la que le había regalado al guardia en la mañana, una sonrisa contagiosa.

— Solo bañarnos — Repitió, por si las dudas y ahí estaba, una sonrisa idéntica a la que le había regalado al guardia en la mañana, una sonrisa contagiosa

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Ese solo bañarnos tendrán que recordarlo muy bien, yo se lo que les digo 😉

La Manshin y el Príncipe heredero ~찬백~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora