Geumchim

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Chanyeol esperaba junto a la puerta este de palacio vistiendo no las túnicas reales, sino un Hanbok verde claro, acompañado únicamente por JongIn quien igualmente no lucía las ropas de guardia real, sino las de un erudito cualquiera. Chanyeol, inicialmente pensaba invitar a Baekhyun a sus habitaciones, sin embargo, una vez solos, el chamán le ganó la voz diciendo que ya tenía el permiso de hacer que su eunco regresara. Él había prometido hacerlo y su esposo tan solo demostraba que no era necesario, que como siempre, podía hacerlo todo solo, pero al menos podía acompañarlo al pueblo. Estaba nervioso, mientras que para su consorte era tan solo un salida para ir por el eunco Do y visitar a sus padres, para Chanyeol era… una cita?

La vista de su esposo acercándose luciendo un Hanbok en el mismo tono que él, solo podía ser superada por la visión de su cuerpo desnudo en la bañera, pues por fin se cumplia su anhelo de verlo sin las túnicas de chamán y en cambio vestir como noble. Cuando Baekhyun sonrió, Chanyeo fue consciente de que lo había observado fijamente sin despegar siquiera la vista para parecer cortes y mostrando una sonrisa todo el tiempo. Tenía ganas de extender su mano para tomar la contraria y que caminaran así, juntos, con las manos unidas, sin embargo eso distaba mucho de ser un comportamiento apropiado, así que, cuando este llegó a su lado comenzaron a caminar con JongIn y KwangSoo siguiendolos a la distancia.

—Tomará un tiempo llegar a casa de tus padres caminando, seguro que no deseas caballos?

No es que Chanyeol se quejara, mientras más duraba el paseo, más disfrutaría el tiempo con su pareja, pero pregunto por cortesía.

—Estoy bien Taeya, después de hoy… necesitaba una caminata.

—No. Taeya no. Chanyeol. Venimos de incógnito, qué sentido tiene salir disfrazados de palacio si me llamarás así?

—No… me atrevo.

Chanyeol no insistió y solo sonrió, continuando su paso lento al lado de su esposo.

—Supe que tus padres se quedarán en la ciudad indefinidamente y que incluso tus hermanos menores están con ellos ahora. Supongo que esos niños… te recuerdan a ellos?

—En casa nunca supimos lo que es un golpe, saltarse una comida o que nuestros padres nos abandonaran. Así que… lo veo y no lo entiendo. Sé que no puedo proteger a todos los niños en Joseon que pasan por una situación así, sin embargo puedo hacerlo por ellos.

—¿Por eso hoy fue Seungmu? Dices que tu dios te abandonó, sin embargo, los demás dioses te escuchan, te respondieron.

Baekhyun detuvo sus pasos, mirando al Taeya, midiendo qué tanto podía saber él, porque, para comenzar, eran pocos los que conocían el alcance de la danza de hoy y como Chanyeol no quería que quedaran dudas, añadió.

—¿Por eso al final apuntaste a la consorte y a la reina viuda?

Baekhyun inconscientemente se mordió el labio inferior y bajó la mirada, los feligreses que conocían la música y la danza, los que comenzaron a postrarse, no sabían todos los propósitos de ritual y, que alguien lo conociera y no fuese un chamán era sumamente raro. Más el tiempo de estudio privado del Taeya se había consumido enfrascado en biografías de chamanes, por supuesto que ahora conocía prácticamente cualquier rito y cualquier nombre. Baekhyun no quería decirlo, pues, si alguien tuviera la certeza de lo que pasó toda su fachada de benevolencia estaría destruida. Él, deliberadamente, había atraído el juicio del karma sobre la consorte, un juicio cuyo veredicto era evidente.

Chanyeol, sin perder la sonrisa, no podía apartar la mirada de ese labio aprisionado por los dientes de su esposo, llevó su mano hasta el mentón del chamán y levantó su rostro para después pasar el pulgar por el labio, haciendo que lo soltara y, sin poder contenerse se acercó a besarlo. Tomó a Baekhyun nuevamente desprevenido quién, sin querer, se movió un paso hacia atrás y Chanyeol afirmó con la mano libre su cintura, atrayendo de regreso. El beso fue suave, tan suave como ese primero a lo alto del acantilado, no olía a sal, sin embargo la fresca noche se perfumaba con el olor de los árboles alrededor y Baekhyun, aun temeroso de lo que pasaba no cerró los ojos. Podía contar las pestañas en los párpados cerrados del Taeya, sentía la calidez de su mano sosteniendo su cintura y, cuando a lengua rozó sus labios, intentando pedir permiso para profundizar el beso, se recordó que al menos debía intentarlo. Ya que era el Taeya quien comenzaba y estaba dispuesto a no rechazarlo sino aceptarlo, cerró los ojos, tomando la oportunidad y abrió ligeramente su boca.

La Manshin y el Príncipe heredero ~찬백~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora