La Manshin y el Príncipe heredero ~찬백~

Dios es amor?

Hace más de quince años, yacía en su pequeña cuna hecha de resistente madera un niño enfermo de gravedad, se notaba en el pecho el cual subía y bajaba con rapidez intentando alcanzar un poco de aire, las manos, pies y labios azulados evidenciaban el poco oxígeno en su sistema. Los médicos ya habían desahuciado a la pobre criatura y los padres, quienes eran considerados hombres de mucha fe, confiando en los dioses más que en los humanos, decidieron entregarlo en un ritual. Lo que los Dioses tuvieran a bien decidir, lo aceptarían,  y si concluían que su hijo estaba destinado a ir al mundo de los cielos, así sería. Con el pecho desgarrado de dolor, padre y madre bailaron durante toda la noche en un rito privado, donde solo ellos y los dioses participaban, su hijo pequeño, ofrendado en el altar sin más cobijo que la luna llena pendía de un delgado hilo que separaba el ciclo de vida y muerte.

Fue entonces que, escuchando sus plegarias, Cheosin, el dios de la vida se presentó ante ellos, quienes agradecidos se postraron mostrando su respeto y entregando a su hijo. Cheosin era sin duda un dios amoroso, tomó al niño entre sus brazos y sonriendo le hablo: "Has renacido para traer la paz a Joseon, para aplacar el fuego intenso y darle fuerza con tu luz cuando esté débil”.

Acariciaba al niño, quien gustoso le sonreía, su pecho ahora subía y bajaba lentamente, mostrando su respiración regular y el color en sus extremidades nuevamente parecía sano, sin embargo estaba débil, aun no podía decir una sola palabra o agradecer con su poco vocabulario al Dios que le hablaba. Así que Cheosin se dirigió ahora a los cansados padres. “Llegará el día en que su lealtad sea puesta en prueba, le daré a este niño todo cuando él desee, a cambio, cumplirá mi deseo de experimentar el placer humano. Deberá entregar su ofrenda por voluntad propia, les confío a mi hijo ahora, para que lo guíen, lo cuiden y lo enseñen, llegada la hora él deberá saber su actuar o ustedes pagarán las consecuencias. No es más su hijo, es mío a partir de ahora.”

...

Kim Junmyeon con su naturaleza curiosa siguió al chiquillo maltratado por Taeyeon, no lo encontró en seguida, pues tuvo que esconderse para que la mujer no lo viera seguirlo. Debido al lodo que abundaba en la isla fue fácil seguir las pisadas resbalosas de un chiquillo a pesar de la escasa luz, lo encontró muy apartado de la zona poblada al chocar con una casucha en mal estado y sin iluminacion, de no ser por el golpe sordo, el niño no habría salido sostenía unos troncos húmedos con los cuales, supuso el erudito, estaría intentando prender fuego, la cara llorosa del chiquillo mostró rápidamente una expresión de sorpresa, que cambió en un parpadeo por una de emoción.

—Usted, usted estaba con el príncipe! ¡Los dioses me escucharon! Tiene que ayudar al manshin, salvelo por favor.

El niño se hincó tomandolo del bajos de la su hunagpo, mientras sus ojos nuevamente se llenaban de lágrimas en un llanto desesperado

—Cálmate niño y explícame de qué hablas.

Dos niños más salieron de la casucha, no se veían en mejor estado que el mayor y Junmeyon se hizo la misma pregunta que el Taeya y el guardia ¿Como demonios había encontrado el Manshin estos niños?

Kim Junmyeon estaba orgulloso de sí mismo, en definitiva, si decidía cambiar de profesión y ser un investigador privado independiente, tendría muchísimo éxito, sus corazonadas siempre eran acertadas, pues un par de horas hablando con ese mocoso habían bastado para saber hasta cuantos granos de arroz se cosechaban en esa mísera isla. Tenía tanto material como para condenar al menos a la mitad de la población de Tamora por la poca moral del pueblo.
Pero algunos de sus descubrimientos ocupaban un actuar rápido. Pagó a un transeúnte cualquiera dos monedas de plata para dar un mensaje urgente al guardia Kim, solo esperaba que el mensajero tuviera pies ligeros y corriera como si su vida dependiera de ello mientras el se dirigía sin pérdida de tiempo a la posada más famosa del lugar.