Seugmu

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El ocaso estaba cerca y Baekhyun, con pesar por abandonar a los hermanos de la consorte, dejó su palacio para cumplir con el ritual de esta noche.

Al llegar al lugar, con todo en perfecto orden y dispuesto para comenzar, cambió las ofrendas, dió instrucciones para que se tocaran música diferente y se presentó con otras túnicas, cambiando el Gut a los ancestros por uno a los dioses naturales.

Las ofrendas, en vez de fruta y alimentos ahora mostraban incienso de diferentes árboles quemandose para ellos, sus vestimentas no eran las típicas azules y rojas del diario, ni las de mangas vibrantes color del sol, sino que en esta ocasión eran las solemnes túnicas oscuras cual noche sin luna y, sobre ellas, una túnica sin ataduras hecha de una tela blanca tan transparente  que creaba una ilusión sin igual y cuyas amplias mangas se arrastraban en el piso. Sus cabellos peinados en una cola de caballo baja eran cubiertos por la gorra hecha de la misma tela que la túnica exterior. El ritual de hoy no sería para interceder por la paz de Joseon.

Baekhyun sabía que en un ritual sus emociones no importaban, su mente, su cuerpo y su alma debían estar tranquilos para así ser escuchado por los dioses y que estos oyeran sus ruegos, ya que sus emociones podían afectar el ritual y los dioses podrían reaccionar a ellas, causando un mensaje equivocado.

Hoy, no importaba, pues era justo lo que estaba buscando.

Con un palo de madera oscuro pintado con los sellos a los dioses del viento y la tierra en cada mano, ocultos por supuesto por las amplias mangas, comenzó el gutchum con pleno control sobre su cuerpo. El tambor comenzó con toques que aparentaban ser erráticos y pronto los instrumentos de viento se unieron, dando paso a que la pieza que interpretaba fuera reconocida. Seungmu, la danza del monje. Los presentes estaban absortos, no perdían la vista de esas mangas que asemejanban alas al moverse, pues los círculos descritos con los movimientos de sus brazos, que se arrastraban por el suelo para después volar por los aires, los embelesaban. Baekhyun daba pasos cortos, cuando parecía que saltaría con un solo pie, el tiempo se detenía, quedando en esa posición para girar hacia atrás, curvando su espalda  a la vez que hacía las mangas volar.

La música penetrante sumía a los presentes en algo parecido a la culpa, la reina viuda, quien había llegado disimuladamente al inicio del rito y no sabia que pieza se tocaba en estos instantes, se sintió pecadora, la opresión en su pecho fue tanta que comenzó a tener dificultades para respirar y, a su lado, la consorte Taeyeon que mostraba una altanería indigna respiraba pesadamente, llenado su mente y su corazón de pensamientos negativos en contra del chamán.

Los pocos que conocían Seungmu se pusieron prontamente de rodillas, llevando sus palmas al suelo, suplicando a los dioses de la naturaleza por un buen juicio a su karma, los demás prontamente imitaron a estos y, despues de la que reina consorte se hincara en el piso, Zhang Yixing quien no entendía qué pasaba, lo hizo también. Solo la reina viuda y la consorte Taeyeon permanecieron de pie, sin ver que la persona con mayor rango en palacio, presente en el ritual, ya se había postrado.

Nadie supo a qué hora llegó el Taeya, o si estaba ahí desde un principio, solo lo vieron cuando a falta del aprendiz de Chamán cuyos pies doloridos no le permitían ponerse de pie, se acercó poniendo el pesado soporte del tambor horizontal junto al chamán. La música paró y Baekhyun comenzó a tocar el instrumento traído por el príncipe con las mismas notas de principio de la canción. No dejaba de bailar, de mover sus largas mangas a la vez que los palos chocaban contra el cuero del tambor, produciendo sonidos vibrantes que resonaban en los pechos de los feligreses. El Taeya desapareció o más bien, ninguno puso atención cuando se retiró de su vista dejando solo al Baksu en el ritual. El sonido del tambor se aceleraba y ralentizaba, suplicando a los dioses el juicio del karma.

La Manshin y el Príncipe heredero ~찬백~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora