UN POCO DE SINCERIDAD

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SIGMUND

El beso de Henryk se siente cálido sobre mi boca, el contacto fue brusco y firme al principio, pero ahora es suave y húmedo; sus labios son insistentes y sólo puedo oir nuestras respiraciones en el silencio de la noche fría, sus manos me sostienen con firmeza de los brazos manteniéndome muy cerca de su cuerpo, estuvimos así hasta que el aire empezó a faltarnos y entonces nos alejamos despacio con la respiración entrecortada; en los 19 años que tengo he besado un par de veces y nunca ha sido de esta forma, jamás se ha sentido así. Yo me recosté de la pared mientras recupero la normalidad de mis latidos, Henryk está frente a mí, también respira agitado y su expresión es definitivamente indescifrable, él me mira un instante y luego desvía su rostro, bajando la mirada, yo hago lo mismo pues también me dió verguenza.

-Yo...creo que lo mejor es que me vaya-. Dice él con voz baja y sin mirarme a la cara, yo simplemente asentí sin decirle una palabra, entonces él se aleja de mí y desaparece entre las sombras en dirección a las barracas; yo me quedo ahí recostado del muro sin saber que hacer o que pensar hasta que decido a regresar a mi cuartel, al entrar me tiro en la cama mirando al techo para intentar procesar todo lo que pasó; Sin embargo me resulta imposible, pues solo soy capaz de revivir en mi memoria la sensación del beso y lo que me hizo sentir...es definitivo estoy completamente perdido.

Al dia siguiente procuro hacer las cosas de forma normal sin que se note que mi mente es un lío de dudas y sentimientos revueltos, Henryk y yo nos topamos como siempre en el baño y luego en el taller, yo sigo tratándolo igual pero él no me mira a los ojos ni por accidente y yo la verdad estoy muy avergonzado por lo que pasó y ahora ambos nos sentimos incómodos; sin embargo, yo procuro que tenga lo necesario para subsistir aquí aunque haya tensión entre nosotros, pues quiero que sobreviva, es una promesa secreta que le hice a él y así ha pasado más de una semana en la que no hemos vuelto a dirigirnos la palabra.

La situación en Auschwitz es cada vez peor, las condiciones se vuelven más críticas para los prisioneros, cada cierto tiempo llega un tren cargado de personas, la gran mayoria mujeres y niños, asi cómo ancianos y hombres relativamente sanos; pero la matanza es cada vez mayor, grandes grupos eran trasladados a las cámaras de gas y sólo dejan vivir a los más fuertes, a quienes ponen a trabajar forzadamente hasta que literalmente caen muertos por el hambre, el cansancio y la enfermedad; este lugar esta infestado de muerte y no el tipo de muerte como la de Stalingrado, sino en otra forma, una mas cruel e inhumana. Hace unos días presencie una injusticia muy grande, incluso para este horrible lugar, los soldados recibieron la orden de ejecutar a diez presos de la zona de los prisioneros políticos, porque un hombre llamado Zygmunt Pilawski logró fugarse y en represalia un grupo sería llevado a un bunker subterráneo donde morirían de hambre.

A todo el grupo de dos mil hombres se les mantuvo de pié en posición de firme desde antes del amanecer y al llegar el punto maximo del sol en el cielo muchos habían caído desmayados, en la tarde les dieron comida y los hicieron volver a su posición de castigo hasta la noche cuando un Coronel llamado Karl Fritzsch escogió a los diez hombres desafortunados; entre los elegidos uno de ellos exclamo con dolor "Dios mío mi esposa también murió y ahora mis hijos quedarán huérfanos" él hombre rompió en un llanto amargo y luego otro prisionero que no estaba entre los escogidos y decía ser un sacerdote católico se ofreció voluntariamente para ir en su lugar al bunker, entonces lo llevaron a él y a otros nueve a la condena, tres días después supe que decidieron ajusticiarlos a todos porque el cura los animaba a orar y esto disgustaba al Coronel Fritzsch, así que tomaron al grupo y les inyectaron fenol; nos dijeron que las últimas palabras de ese sacerdote fueron "Ustedes no han entendido nada de la vida, el odio no sirve, sólo el amor es lo que de verdad salva" y falleció, esas palabras se quedaron grabadas en mi mente igual que el nombre de aquel hombre desde mi punto de vista santo, Maximilian Kolbe se llamaba él, nunca lo olvidaré.

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