1944

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HENRYK

Creo que describir todo lo que he vivido estos ultimos meses es imposible, desde que salí de aquel bosque cercano a Brandeburgo aquella mañana de Marzo hasta hoy ha sido demasiado; aquel día permanecí despierto mucho tiempo vigilando a aquel prisionero, pero cuando llegó la madrugada el Comandante Adrik se me acercó y me dijo que ahora él se haría cargo del soldado Alemán, me ordenó alistarme para partir a Varsovia, allá nos esperaría un pelotón organizado por la Armia Krajowa, que es la resistencia Polaca; se supone que debíamos estar allá porque habría un alzamiento dentro de la cuidad muy pronto y se necesitaban todos los refuerzos posibles.

El pensamiento de volver a mi cuidad natal después de tanto tiempo me genero sentimientos encontrados, yo nací y crecí en Varsovia, fui muy feliz en mi vecindario casi toda mi vida pero también viví momentos muy amargos debido a la invasión Alemana; aquella cuidad que alguna vez fué gentil se convirtió en un infierno, fue doloroso ver cómo cada día los Judíos eramos rechazados en todas partes y fuimos recluidos en un Gueto donde no cabíamos, vi morir a mis amigos, mis vecinos de toda la vida y gente que desaparecía por lo Nazis; allí conocí el hambre y el miedo; recuerdo perfectamente una noche en que la Gestapo llegó al edificio del frente y arresto a una familia, siempre vivíamos con el temor de ser arrestados; eso y muchas cosas más tuve que vivir en mi amada Varsovia, yo cumpliré con mi deber de ayudar a salvarla, pero si sobrevivo definitivamente no me quedaré a reconstruirla.

Ese día partimos del campamento con rumbo a la frontera con Polonia, después de dos días de viaje nos infiltramos por el río Neisse siguiendo por Dresde y una vez dentro de territorio Polaco viajamos una semana hasta Varsovia, pasamos de largo por Zielona Gora, Poznan y Lodz hasta llegar al fin a Varsovia; era de noche cuando entramos por Lomianki, pero ya al llegar el alba estabamos escondidos en el centro de la cuidad.

Fueron meses de organización, espionaje e infiltración, también nos armamos cuidadosamente con ayuda de los ingleses, fueron dias y noches acumulando suministros de todo tipo, estudiando y vigilando cada movimiento de los Alemanes; volver a ver los restos del Gueto me dió mucho dolor, resulta que el año pasado hubo una rebelión en donde los Judíos que quedaron empezaron a atacar atrincherados allí, eran al rededor de 56.000 personas ahí adentro, pelearon con todo lo que tenían contra los Alemanes durante un mes, pero al final el ejercito trajo refuerzos y armamento derrotandolos, a todos los que quedaron vivos los fusilaron.

Saber eso me lleno de tristeza, el sufrimiento de mi gente me parte el alma, pero saber que hemos peleado sin dar tregua me llena de orgullo; en esta Varsovia desconocida, silenciosa y ensombrecida es difícil sentir alegría o algo que no sea temor y amargura, pero aún así la gente aún va a pequeños cafes y bares tratando de vivir en normalidad; fui como infiltrado a uno de estos "restaurantes" un día para seguir a un capitan Alemán, era desagradable ver a los Nazis andar como reyes por todas partes, mientras los observaba cuidadosamente el piano empezó a escucharse en la estancia, Chopin nocturno numero nueve se dejo oir y mi corazón se sintió oprimido, sin importar donde esté o en que situación me encuentre de alguna forma Sigmund siempre está presente.

Oír las dulces notas del piano me trae los recuerdos de aquellas noches en que ambos nos demostramos amor y pasión en la oscuridad, de sus palabras que parecían sinceras en las que me decía que esa canción lo hacía pensar en mi, cuando me daba sus besos y caricias; me pierdo en la melodía y por poco el capitan se va sin que yo lo vea, cuando él sale yo me levante y decidí dejar de torturarme con los recuerdos de Sigmund; me acerque hasta el trabajador de la barra de licores y le pedí un vaso pequeño de cerveza negra, esa es la clave para pedir información a los infiltrados.

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