La guerra estalló el 01 de septiembre 1939 y Adolph Hitler ya para principios de 1942 aseguraba a toda Alemania que nuestro país estaba ganando de forma aplastante, especialmente después de la toma de París; todo Berlín estaba en júbilo, el verdadero enemigo de Alemania ha sido expulsado de nuestra nación y enviado lejos; las calles se llenan de batallones de la Wehrmacht y las tropas de las SS; estamos listos para marchar al frente de batalla Oriental en Stalingrado, el ejército está a la espera de la orden de salida y las tropas harán un desfile en el centro de la ciudad para saludar a los grandes líderes de la nación antes de partir.
Dentro del gran galpón que funciona como cuartel improvisado nos encontramos los mas jóvenes del gran ejercito, los nuevos soldados y el orgullo mas grande de Alemania, somos quienes fueron formados en "Las Napolas" o escuelas militares Nazis que también han sido integradas a las Wehrmacht; nos espera la gloria y la inmortalidad; al menos eso es lo que mi amigo Albrecht no deja de repetir cada vez que hablamos, él lo sigue repitiendo ahora que ambos estamos parados frente al gran espejo del vestidor con una enorme sonrisa, sus cabellos rubios muy bien peinados y sus ojos verdes brillando como gemas ante la luz, todo por la emoción.
-Estoy listo Sigmund, mira que bien nos vemos amigo mío; no puedo creer lo elegante que es este uniforme, mira esta tela y esta calidad, son increíbles, ese Boss es un genio del vestir-. Albrecht exclamaba animado mientras yo me observo en el reflejo justo a su lado, a diferencia de mi querido amigo yo tengo el cabello castaño oscuro y los ojos azules en un tono también muy oscuro, trato de peinarme correctamente pues mi cabello aunque tiene el corte militar es naturalmente rizado y no es fácil de dominar, en efecto tiene razón sobre los uniformes pues sin duda son muy elegantes y bien elaborados; pero justo son la causa de mi actual conflicto interno.
Hace un mes me llevaron con el modista en el centro de Berlin para que tomaran las medidas de mis uniformes de gala y también el de batalla, entré a una gran sala muy elegante y una mujer con aires de vejestorio prematuro me atendió y me hizo esperar mientras llegaba el diseñador; Hugo Boss era ya un nombre reconocido en Alemania, cuando el entró me miro de arriba abajo y en sus ojos café pude notar tristeza repentina; aquel hombre se acercó a mi tomando mis medidas, luego se sentó en el sofá y rompió en llanto; aquello me desconcertó y asusto porque pensé que yo habia dicho o hecho algo malo; pero no fue así, pues él solo recobró la compostura y me pidió que regresara en un par de semanas, cosa que hice.
Cuando ya tenía el uniforme de gala puesto él le hizo un par de ajustes ahí mismo y mientras estaba en eso yo no pude evitar preguntarle el porqué se había puesto a llorar el día en que me atendió por primera vez, incluso le pedí disculpas por si yo había dicho o hecho algo que lo ofendiera; él solo me miró y con un triste suspiro sólo me dijo..."Lloré porque si Hitler es capaz de tomar a un ángel como tú y convertirlo en una máquina de matar para la guerra, no me imagino que mas podría llegar a hacer".
Esas palabras me quedaron grabadas en el cerebro, es la primera vez que la duda me hace mella en la mente, estoy empezando a pensar en que talvez podríamos encontrar la muerte en el campo de batalla. Que pasa si esto no es lo correcto? El Fuhrer podria estar equivocado? Realmente es todopoderoso como demuestra ser? Son demasiadas preguntas y ya me duele la cabeza; tengo que sacar eso de mi mente, Albrecht tiene razón, nos espera la gloria y todo lo que nos enseñaron en el cuartel lo alcanzaremos muy pronto; sin embargo la expresión triste de Boss todavía permanece en mi memoria, es como si él pudiera ver algo que yo no.
Mi amigo me toma del brazo bruscamente y me lleva hasta donde está el resto del batallón que saldrá pronto a Stalingrado, serán 5 dias de viaje; nos ponemos en orden y esperamos a que el superior nos de el llamado para salir en marcha. Albrecht me señala a lo lejos un grupo de chicos entre los que esta uno llamado Günter, con quien el General Arnold Braun jefe de nuestro batallón nos llevó la otra noche a un grupo selecto de jóvenes a un Burdel; la intención de Braun era que "nos hicieramos hombres" según sus propias palabras antes de entrar al campo de batalla donde también nos haremos hombres a la voz del fuego y las balas; pero para ello debíamos tener un poco de placer antes de que nos sumerjamos en el caos de la guerra y la crudeza del enemigo Soviético.
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AMOR PRISIONERO
De TodoHenryk y Sigmund se conocieron en el peor momento y lugar posible, ambos estaban destinados a odiarse, pero a pesar de esta circunstancia entre los dos nace un amor imposible y una pasión desenfrenada; este amor los envuelve en una burbuja que les i...