SENTIMIENTOS NUEVOS

122 41 3
                                    

SIGMUND

Los días han pasado de manera rápida, pronto llegará el día que un segundo tren se llevará a otros 100 prisioneros del campo, es muy difícil colocar nombres, elegir personas para que se salven y dejar a otras en espera de que si sobreviven puedan tener una posibilidad de ser elegidos; es la segunda vez que el nombre de Henryk está en esa lista, esta vez debe subir sin excusas, mientras más tiempo pasa el panorama se vuelve mas incierto, el invierno es cada vez más implacable y las noticias del frente no son nada alentadoras.

A pesar de esto, Henryk y yo seguimos encontrándonos en las noches, entre los dos hemos hecho una rutina diaria que consiste en que después de la jornada y la verificación de los prisioneros él se escabulle a mi cuartel; ahí lo espero y le guardo comida, sobretodo dulces, después le ofrezco cigarrillos y algo de whiskey sin exagerar, la botella la tomé de la reserva de sargento Müller y creo que pensó que Braun lo robó pues estuvo lanzándole indirectas después.

Cuando Henryk llega en las noches nos quedamos hablando de muchas cosas, sobre nuestras vidas; yo le conté acerca de mi deseo de ser músico y de enseñar, él me habló sobre sus aspiraciones para ser boxeador profesional, de la muerte de sus padres por tuberculosis cuando era niño, de cómo su abuelo lo crió y le enseñó todo en la vida; ellos eran dueños de una herrería en Varsovia y él trabajaba duro, eso explica su cuerpo pues esa labor requiere buena condicion física. Estando juntos nos atrevemos a soñar, Henryk habla con ilusión sobre vivir en Grecia y yo lo aliento con los recuerdos de mi viaje a Creta cuando era niño y de lo hermosas que son las aguas de sus playas; de hecho le confesé que cuando veo sus ojos turquesa recuerdo ese viaje y cuanto me encantó el mar Griego.

Cuándo le hablo de lo mucho que me gustan sus ojos él me besa y así empieza otra rutina nocturna entre nosotros dos, que comienza con susurros y voces bajas, luego continúa con besos suaves que al poco tiempo se vuelven intensos y todo eso termina en caricias, unas caricias muy íntimas que ocurren en un sillón en donde cabemos los dos, esos toques suben la temperatura de nuestros cuerpos y por lo menos a mí me dejan temblando y sudando; yo nunca había experimentado estas sensaciones tan singulares, todo esto es nuevo para mí y espero que Henryk no lo note pues me avergüenzo de mi falta de experiencia.

Aún no le he hablado sobre algunas cosas, especialmente de Albrecht, de mi madre o del hecho de que aún soy virgen, menos sobre lo que pasó en aquel burdel la noche antes de partir a Stalingrado; no creo que sea capaz de decirle, al menos no ahora; quiero que la confianza entre los dos se fortalezca y así permanezca sólida en el tiempo para que cuando ya no esté conmigo lo recuerde y de tener la oportunidad de volver a vernos sentir lo mismo que ahora, ese es mi deseo, aunque no se si eso es posible.

También descubrimos que nacimos el mismo día del mes con dos años de diferencia, Henryk tiene veintiún años y yo diecinueve; los dos nacimos el 11 de Marzo, él en 1921 y yo en 1923, mi nacimiento al parecer sucedio al amanecer cuando el sol apenas salía y a Henryk su abuelo le dijo que su madre lo trajo al mundo en plena media mañana; es hermoso descubrir estos pequeños detalles que nos conectan de una u otra forma, quiero saber más de él y me interesa todo lo que a él le importa; quiero verlo vivo y feliz, aunque sea lejos de mí, aunque mi corazón se rompa, no puedo ser egoísta y dejarlo arriesgar más tiempo su vida para que esté a mi lado, Henryk debe irse de aquí, eso es algo de lo que estoy muy conciente aunque me duela.

Hoy es un día fuera de lo común, todos los oficiales de alto rango que están en Auschwitz han sido convocados a una reunión de carácter urgente, eso incluye a Braun; mientras él espera yo lo ayudo con algunas cosas en su oficina, puedo sentir como me observa con atención, desde el día en que estuvimos en la casa de Rudolf Hoss se comporta extraño, siento que quiere decirme algo pero no se atreve y parece molestarse por todo, hasta por las cosas mas insignificantes, hoy le molesta Rex, el pobre perro ha recibido sus constantes regaños, así que decidí sacarlo de aquí y lo dejé jugar en la grama, al rato Braun se acerca a mí, demasiado; su repentina cercanía me produce escalofríos muy desagradables.

AMOR PRISIONERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora