TURQUESA INTENSO

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Un mes ha pasado desde la muerte de Albrecht, mis heridas sanaron rápido pues no salí muy lastimado, las primeras noches caí en un estado de semi-inconsciencia lleno de alucinaciones, veía a Albrecht en la habitación del hospital de campaña donde estaba siendo atendido, estoy seguro de que esa noche él se recostó a mi lado, podía sentir el peso fantasmal de su cuerpo abrazándome y un leve llanto, creo que el alma de mi amigo estaba penando, le dije que se fuera tranquilo, que yo pronto lo alcanzaré; luego de eso no volvió a manifestarse y yo fui despertando poco a poco.

Se supone que debo dar las gracias a Braun por salvar mi vida, pero simplemente no me nace hacerlo, todos hablan de su acto heroico, de como rodó conmigo en brazos a metros de la explosión salvandome de la muerte, no paraban de decirme lo afortunado que soy, pero en mi corazón sólo siento que impidió que muriera al lado de mi mejor amigo, que por su culpa ahora debo quedarme aquí solo, viviendo una existencia que no quiero tener; quizá algún día le agradezca pero ahora no me siento capaz; recibí cartas de mi madre describiendo el dolor de la familia de Albrecht, ella dice que está orgullosa de mi y que la madre de mi amigo también debería dejar su luto a un lado y sentir orgullo de que su hijo diera la vida por Alemania, deseche todas y cada una de sus cartas limitándome a notificarle que estoy vivo, no quiero hablar con ella ahora.

La ausencia de Albrecht cada día se hace mas pesada, apenas tuve tiempo de recuperarme pues fue necesaria mi presencia en las trincheras porque las bajas eran demasiadas y todos los soldados eran necesarios; busqué la muerte varias veces, pero al parecer ella huye de mí, pues por mas que me arriesgo siempre salgo ileso, extraño a Albrecht y tengo miedo de olvidar su rostro, poco después de mi recuperación fui de nuevo al bosque, aún hay rastros de su sangre, pero los restos de mi amigo fueron depositados en una pequeña caja y enviados a su familia en Berlín después de una breve ceremonia en su honor; me quedé parado ahí un buen rato, recordando lo que paso, estiré mi mano en la dirección en que recordaba haberlo visto, un gesto también fantasmal, hacia la nada, si no lo hubiera soltado talvez estaría vivo y sino ambos habríamos muerto juntos, la culpa me carcome y yo siento que mi vida ya no tiene ningún sentido.

Un millón de pensamientos me invaden ahora que estoy en la trinchera más peligrosa y la más cercana al enemigo, con mi metralladora MG-42 disparo al azar hacia los soviéticos que me devuelven los disparos con más fuerzas; Albrecht tenía razón, los Soviéticos son demasiados y sin duda le ganarán a nuestro ejercito; en un momento decidimos salir de la seguridad de la trinchera, lancé una Stielhand granate 24 (Granada) que explotó hiriendo al grupo que protegía una vieja fortaleza medieval en medio del prado.

El teniente Heinz nuestro superior nos condujo en silencio adentro del lugar, entre granadas y disparos nos abrimos paso, el objetivo es tomar la fortaleza y hacer otra zanja Alemana para ganar terreno. El teniente señala a un franco tirador en una de las ventanas que esta concentrado en disparar, el teniente hace un gesto a otro soldado y a mi para que nos acerquemos los tres para emboscarlo; sin que el francotirador lo note subimos despacio las escaleras hasta donde se encuentra, delante de mí Heinz y el otro chico se hacen una señal y sacan sus cuchillos que brillan afilados, al alcanzarlo ambos toman a la persona y le voltean...es una mujer, rápidamente le cubren la boca y entre los dos la acuchillan varias veces hasta que sus ojos desorbitados por el dolor pierden la luz de la vida, yo nunca habia visto morir a una chica así que mi impresión se nota en mi expresión de horror.

-Una lección que debes aprender Smith, en el campo de batalla las mujeres son más peligrosas que los hombres, porque son muy letales y precisas, aquí puedes subestimar a todos los hombres, pero nunca jamás a una mujer; dejémosla, más tarde le daremos una sepultura digna, pero será la única de ellos que la tendrá-. Él dice esto y nos pide que sigamos avanzando, mientras tanto en mi cabeza ruedan sin parar la imágen de la bella francotiradora Soviética perdiendo la luz en sus ojos claros y siendo Abrazada por la muerte.

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