SIGMUND
Henryk le daba golpes a la pared del edificio con el puño cerrado, lo hace con tanta fuerza que pensé que se fracturaria las manos; pero a él parece no dolerle, talvez se debe a su resistencia física, pues a pesar de que está alimentándose mal y la calidad de vida lo ha afectado sigue siendo fuerte; él solloza muy bajo con el rostro pegado a los ladrillos, yo me acerco muy despacio con prudencia para no generarle mas malestar, él esta muy alterado.
-Henryk-. Le digo con cautela para intentar llamar su atención sin alterarlo más.
-Porque desapareciste? Porque me dejaste sólo?-. Ante estas palabras me quedo congelado sin saber que decir, pues sólo en mis pesadillas he escuchado esas preguntas y no es Henryk quien las hace, es Albrecht.
-Henryk...yo...perdoname-. Le digo con voz entrecortada tratando de no llorar pues me parte el corazón verlo tan mal, no quiero que sufra, me siento culpable, porque aunque no lo diga estoy seguro no se subió al tren porque yo me enfermé y sintió que debía quedarse conmigo, me odio por ser débil, si hubiera aguantado un poco más ahora Henryk estaría a salvo, no habría visto lo que sucede realmente en este lugar; yo pongo mi mano en su hombro y él se sacude y la rechaza.
-Donde estabas?-. Me reclama Henryk en un tono frío que no le conocía, yo no sé como responderle, me siento muy mal por haberlo dejarlo sólo.
-Yo...tuve que ir con Braun fuera del campo con una tropa, nos hizo pasar todo el día con él desde muy temprano y...-. No pude terminar de hablar porque Henryk empezó a gritarme muy alterado.
-Estabas con Braun! Me dejaste sólo para irte con ese bastardo degenerado? Esto es increíble!-. Gritaba fuera de control, nunca he visto a Henryk así, sin duda ha tenido una jornada de pesadilla el día de hoy, su mente está nublada.
-Ya calmate Henryk! Yo no tengo opción, debo obedecer sus órdenes, es mi superior, tranquilo, no estás pensando con claridad!-. Él se calma un poco, pero me mira fijamente, no, más bién mira mi uniforme, lo sé porque su mirada está puesta sobre el símbolo de las SS que adorna el lado derecho de mi pecho.
-Si él te ordena matarme lo harías?-. Me pregunta con un tono de voz bajo, sin apartar la mirada de mi uniforme.
-No Henryk, jamás te mataría, créeme. Le digo para hacerle entender que yo soy incapaz de hacer algo así, en efecto, preferiría matar a Braun si me ordena eso, pero no se como hacérselo saber a Henryk.
-A si? Dime algo, tú sabias lo que hacen realmente aquí verdad? Tú sabias todo esto! Sigmund...dime que no has participado de este horror-. Él me pregunta temblando, no sé sí de ira o de frío, talvez ambas.
-Yo...sabia esto, pero...-. No puedo terminar de hablar, sentí que me tomó por el uniforme y me acorralo contra la pared, luego me dió un golpe y luego otro y otro en distintas partes del cuerpo hasta que me caí al suelo, yo no me defendí, sé que esa ira no es contra mí, es contra este uniforme y lo que representa para él; yo me quedo quieto esperando a que me golpee de nuevo, pero los segundos pasan y no siento más violencia de su parte; me atrevo a mirarlo y me fijé en su expresión, ya no hay rabia, solo dolor, su respiración es agitada y sus ojos están llenos de lágrimas.
-Henryk...te juro que nunca he participado de esta matanza, ni siquiera antes de conocerte, yo me prometí a mi mismo que no haría eso, por favor cree en mí. Le digo con angustia mientras me levanto con dificultad del suelo, con cautela pongo una mano en su hombro, necesito que confíe en mis palabras, no quiero que piense que yo he matado a gente inocente en este lugar.
ESTÁS LEYENDO
AMOR PRISIONERO
De TodoHenryk y Sigmund se conocieron en el peor momento y lugar posible, ambos estaban destinados a odiarse, pero a pesar de esta circunstancia entre los dos nace un amor imposible y una pasión desenfrenada; este amor los envuelve en una burbuja que les i...