SIGMUND
Han llegado al rededor de cien soldados heridos, entre ellos Gunter, su presencia me sorprende pues hace mucho que no lo veía, cuando fuimos llevados al frente él ya pertenecía a una tropa especial de tanques y fué llevado directamente a las planicies cercanas a Stalingrado y de ahí ya no supimos más de él; yo procuro ayudarlo pues aunque parece no estar herido si tiene mucha debilidad, es increíble que un hombre como él este en semejantes condiciones.
-Sigmund, esta guerra la estamos perdiendo, los Soviéticos están avanzando cada vez más y es cuestión de tiempo antes de que lleguen aquí y también a Berlín-. Él me dice desde su camilla con la desesperación en sus ojos, cuando me preguntó por Albrecht y le conté lo que le pasó se deprimió y estuvo en silencio casi una semana, después un día sólo dijo "Ese idiota, como se le ocurrió morirse antes que yo".
Él me habla de las nada favorables noticias del frente, los Soviéticos están cada día más fortalecidos y hay fuertes rumores de que los Americanos estan han entrado realmente a Europa, después de que los Japoneses atacaron Pearl Harbor entraron oficialmente en el conflicto, según él lograron llegar a Colonia y siguen avanzando hasta el centro de Europa; cuando ellos lleguen encontraran un grupo de naciones en pleno enfrentamiento y muy debilitadas, especialmente Alemania; tengo temor de no poder sacar a Henryk de aquí antes de que todo se salga de control, él borró su nombre de la última lista a escondidas de mí, pero ahora que la situación pronto será insostenible debo asegurarme de que este a salvo, no importa lo que tenga que hacer.
Por otro lado Henryk está celoso, cuando Gunter apareció pude explicarle las circunstancias de su llegada y prestó mucha atención a mis palabras; pero ahora cada vez que le hablo del estado de salud de Gunter o alguna cosa relacionada con él se queda muy serio, callado y con el seño fruncido; en nuestros momentos pasionales incluso a tenido la osadía de dejarme marcas en el cuello, marcas visibles! Por suerte siempre me doy cuenta y logro esconderlas; mi Hernryk...es tan lindo cuando se pone así, cuando no me deja hablar y me calla con besos, que difícil es pensar en separarme de él, pero debo dejar de ser egoísta y alejarlo de aquí por su bien; sin embargo, es algo tan dificil de hacer y de sólo pensarlo me duele el corazón.
Nuestros encuentros en el galpón donde está la caldera se han vuelto muy frecuentes, él me toma de una forma tan ardiente que podemos competir con el fuego del carbón; justo cómo estamos ahora, ambos acostados de lado, completamente desnudos mientras él a mis espaldas me penetra embistiendo con fuerza y aferrado a mi cintura con su brazo izquierdo y su mano derecha acariciando mi erección. Henryk jadea en mi oído besando mi piel; además muerde mi cuello y mis hombros con insistencia, él cree que no me doy cuenta de sus intenciones, yo no le digo nada pero oculto las marcas que son el resultado de esas acciones, pues es peligroso exponernos de esa forma.
El orgasmo nos sorprende de manera exquisita y yo me pierdo en la calida sensación de su descarga en lo más profundo de mi ser, a la vez que mi propio extasis llega de la mano generosa de mi amado; cierro los ojos para disfrutar del placer, el cálido aliento de Henryk en mi cuello eriza mi piel; el sexo se ha vuelto algo fácilmente adictivo, la verdad es que nunca es suficiente y apenas puedo esperar para que Henryk me haga suyo y perdernos en la pasión; al terminar nos quedamos así unos minutos hasta que él sale de mí y yo me volteo para encararlo, me puse a acariciar su cabello negro que estaba húmedo por el calor de lo que hicimos hace un momento, luego acaricie sus cejas gruesas también negras que enmarcan hermosamente sus ojos turquesa tan únicos; me apodere de sus labios en un beso intenso y perdí la cuenta de cuantas veces le dije " te amo" entre esos besos.
Él buscó refugio en mi pecho quedándose medio dormido, yo lo envolví entre mis brazos y me dediqué a besar su cabello y susurrarle palabras de amor; si tan sólo pudiera congelar el tiempo y quedarnos así por siempre, necesito protegerlo de este lugar, sino hago algo podría perderlo, cada vez que pienso en esto me aterro, sin poder evitarlo un par de lágrimas corren por mi rostro; Henryk me mira y con su mano las seca, él parece adivinar mi pesar.
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AMOR PRISIONERO
De TodoHenryk y Sigmund se conocieron en el peor momento y lugar posible, ambos estaban destinados a odiarse, pero a pesar de esta circunstancia entre los dos nace un amor imposible y una pasión desenfrenada; este amor los envuelve en una burbuja que les i...