A Eva ya no le impactaba que las cosas fueran así pero, a veces, pensaba en los viejos tiempos. Cuando bastaba apretar un botón y hacer una videollamada. Con los pocos satélites orbitando, cualquier intento de comunicación podía tardar horas. Y rara vez duraba mucho tiempo.
Pasó poco más de un día desde que la otra facción partió, y no tenía idea de si ya habían llegado a sus países, o si autorizaron el ataque desde alguna otra parte. Si seguían en Sudamérica, no podía saberlo. Mucho del continente estaba aislado o deshabitado, e incluso las zonas más alejadas que lograron contactar tenían problemas para enviar y recibir noticias.
El equipo estuvo varias horas intentando contactarlos, desplegando los satélites para averiguar qué otros lugares fueron bombardeados, pero Sa'Rat ya lo sabía. Hizo el cálculo al ver que ciertas bases dejaron de responder antes de evacuar, y otro akgi le dio las novedades de las naves derribadas, y las que ya estaban en órbita, fuera del alcance de cualquier misil.
Intentó resistir el cansancio, pero se quedó dormida, sentada en la sala de vigilancia. Cuando abrió los ojos, Fiorella le dijo que habían logrado establecer contacto con uno de los representantes de Norteamérica. Solo que ya no estaba segura de qué podía decir. ¿Acaso tenían más misiles guardados? ¿Bombas nucleares? ¿O acabaron todo su arsenal? Iba a averiguarlo pronto.
Una imagen distorsionada, de esas que parecían llegar de televisores antiguos. Ah, y un sonido pésimo, como si hablaran por radio. Toda esa situación solo le reafirmaba lo lejanos que estaban de ser una vez más ese planeta de naciones que llegaban a acuerdos con apenas una llamada. Un reflejo más de un mundo en decadencia.
—Gobernadora —dijo Raúl Smith, con ese tono que evidenciaba su seguridad. No podía creer que él y su gente estaban tan conformes después de lo que provocaron—. Así que ya sabe lo que hicimos.
—O como consiguieron tumbar todas las negociaciones que llevé a cabo con Wynga de Egel. Casi cerré un trato con ella, pero ahora...
—Hicimos lo necesario. Salieron a invadir el espacio aéreo, eran una amenaza. Esas naves de los grises, y sus bases ilegales...
—Bases que dejaron que existieran en otros tiempos, y de cuya tecnología también intentaron aprovecharse. Pero no entremos en esos detalles. Los akgi, que es así como se llaman, no estaban llevando a cabo ningún ataque. Solo evacuaban para salir del planeta.
—Por supuesto, cuando el barco se hunde, las ratas son las primeras en saltar. Hasta ellos saben que estamos condenados.
—Como sea, el daño ya está hecho. Ahora tenemos que detenerlos y volver a la negociación pacífica. Estoy aquí para rogar que bajen las armas por el bien de todos.
—¿Y cuál fue ese acuerdo con la extraterrestre?
—Un nuevo juicio, no a toda la humanidad, solo a los líderes de los sectores. La idea es demostrar que se cometieron errores a lo largo de la historia, pero que estamos en una nueva era de paz, resurgiendo de las cenizas, y que merecemos esa oportunidad.
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Los desterrados hijos de Eva
Science FictionA Eva no tienen que contarle la historia: Ella lo ha vivido todo. Desde una pandemia global en su adolescencia, hasta el invierno nuclear del año 2024. Trece años después, con el mundo al borde del colapso social y económico, los países antes indepe...