El vínculo inquebrantable

Capítulo 27; El destino de la magia está en juego.

En el imponente castillo de Numbergat, Grindelwald emergió majestuosamente de sus muros antiguos, su capa ondeando al viento mientras sus seguidores le seguían con devoción, creando una escena impactante que eclipsaba la grandiosidad del lugar.

En ese momento, el semblante serio de Grindelwald resaltaba su determinación, con la mirada fija en el misterioso saco que portaba su seguidor más cercano. Con cada paso firme que daba, sus seguidores se alineaban a su lado, siguiendo sus movimientos con reverencia, creando una atmósfera de misterio y expectación en el patio del castillo de Numbergat.

Los acólitos de Grindelwald se retiran en silencio, algunos observando a la fiel Camila. Grindelwald, con gesto imperial, ordena—"¡muéstramelo!".

Un acólito saca un Qilin del saco. Grindelwald, con malicia, examina sus ojos apagados.

Un seguidor comenta—"dicen que es peculiar, señor". —Grindelwald, con sonrisa siniestra, responde—"oh, es mucho más especial de lo que imaginas, ¿ves sus ojos?".

Grindelwald proclama—"con el nacimiento de un Qilin, un líder justo emerge para cambiar nuestro mundo". —El joven acólito observa con curiosidad al animal.

Grindelwald elogia a sus seguidores—"buen trabajo".

Camila ve cómo los hombres de Grindelwald se retiran hacia dentro del castillo y luego vuelve a fijarse en su señor, que deposita al animal en el suelo mientras lo observa fascinado.

Grindelwald—"Levanta de nuevo, amigo". —Ayuda al animal a sostenerse y se incorpora delante del qilin.

Durante unos instantes no pasa nada... o al menos eso es lo que Camila percibe. Entonces, lentamente, el animal levanta su hermosa cabecita y su mirada cansada se cruza con la expectante de Grindelwald, y finalmente...

El animal se aparta. En ese momento, el semblante de Grindelwald se endurece. Coge al qilin en brazos, se mete la mano que le queda libre dentro de la chaqueta, y algo destella cuando vuelve a sacarla. Grindelwald levanta el brazo y...

Camila Se tapa la boca horrorizada.

La sangre rocía las losas y el cuchillo reluciente que Grindelwald tiene en la mano se tiñe de rojo carmesí.

La sangre forma un charco en el suelo, y en él aparecen dos figuras: una de un hombre... más que un hombre, por lo que pudo ver Camila al intentar acercarse muy despacio, era un ser con cara de serpiente... no era ni humano... y el otro hombre era Grindelwald pero unos años más mayor.

Camila—"¿Qué... qué fue eso?"

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Hermione se encontraba en una cama de la enfermería de Hogwarts. La habitación era amplia y luminosa, con cortinas rojas que brindaban un ambiente acogedor. Las camas estaban equipadas con sábanas blancas y almohadas mullidas. Había mesitas auxiliares con pociones curativas y una ventana que permitía ver el exterior del castillo. La enfermería tenía un suave olor a hierbas medicinales que ayudaba a calmar a los estudiantes enfermos o heridos.

Hermione, confundida y preocupada por su sueño inquietante, se despertó sobresaltada en la cama. La luz tenue iluminaba la habitación, creando sombras suaves en las paredes de piedra. El silencio solo era interrumpido por el suave murmullo de la noche fuera de la ventana. Las cortinas rojas se movían ligeramente con la brisa nocturna, mientras Hermione sentía la ansiedad recorrer cada rincón de su ser. La enfermera, con su voz calmada, intentaba reconfortarla mientras la poción tranquilizante hacía efecto en Hermione, disipando poco a poco sus miedos.

En su sueño, Hermione se encontraba en un siniestro castillo donde Grindelwald y otros hombres ominosos se alzaban amenazantes. La visión de sangre y dos figuras indefinidas la llenó de inquietud, preguntándose si acaso Voldemort se mostraba en un triste augurio del futuro. Su corazón latía con fuerza, la ansiedad se apoderaba de ella mientras el miedo se propagaba por cada fibra de su ser. La sensación de terror y desasosiego se intensificaba, envolviéndola en una espiral de emociones turbulentas.