Capítulo 41; Proteger a la Heredera.

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En un pintoresco rincón de los montes Cotswold, se encuentra el encantador pueblo de Castle Combe. Con sus calles adoquinadas y casas de piedra, parece sacado de una postal. Era una noche fría, con la niebla cubriendo suavemente los tejados y faroles antiguos iluminando el camino con su tenue resplandor. Casi al final del pueblo, escondida entre la vegetación y los susurros del viento, se erige una casa antigua. Sus paredes, desgastadas por el paso de los años, están cubiertas de hiedra y musgo. Las vigas de madera, ennegrecidas por el tiempo, revelan su origen medieval. Esta casa rural es un testimonio viviente de épocas pasadas, con sus ventanas pequeñas y sus gruesos muros de piedra que cuentan historias de antaño.

Dentro de esa vieja casa, en el centro de una habitación iluminada por el cálido resplandor de una chimenea encendida, se encuentran dos figuras. Una de ellas es Tom, conocido por sus seguidores como Voldemort o simplemente el Señor Tenebroso. La otra figura, inclinada en señal de respeto y devoción, es Abraxas Malfoy, uno de sus más leales mortífagos.

Voldemort está explicándole un plan cuidadosamente trazado, uno que involucra a su propia hija, Estel. Con su voz suave pero cargada de amenaza, le da instrucciones precisas a Abraxas, advirtiéndole que el plan debe permanecer en secreto hasta el momento adecuado. A su lado, en una postura relajada pero alerta, se encuentra Nagini. Observando la escena con una mirada penetrante.

La atmósfera dentro de la casa está cargada de tensión y expectación, el fuego de la chimenea lanzando sombras danzantes sobre las paredes de piedra, reflejando la oscuridad de los planes que se están gestando en ese rincón apartado de Castle Combe.

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—"Abraxas, el momento se acerca", dijo Voldemort, su voz apenas un susurro pero impregnada de una amenaza latente. —"Estel será crucial para nuestro éxito. Nadie debe sospechar hasta que sea demasiado tarde".

—"Sí, mi señor", —respondió Abraxas, manteniendo su mirada fija en el suelo. —"¿Cómo desea que procedamos?"

—"El plan es simple, pero requiere de precisión y discreción. Estel se infiltrará entre nuestros enemigos. Nadie sospechará de una joven tan... inocente". —Voldemort sonrió, un gesto frío y sin alegría.

Nagini, en su forma humana, observaba en silencio, sus ojos brillando a la luz del fuego. —"Y tú, Abraxas, serás quien la guíe y proteja. Tu lealtad nunca ha sido cuestionada, y confío en que sabrás qué hacer si algo sale mal".

Abraxas asintió, su postura reflejando la sumisión absoluta. —"No fallaré, mi señor".

—"Nadie debe conocer los detalles hasta el momento adecuado", —continuó Voldemort, su tono volviéndose más severo. —"La sorpresa es nuestra mayor ventaja".

—"Entiendo, mi señor", —dijo Abraxas, levantando la cabeza por un momento para mirar a su amo. —"Estaremos preparados".

—"Bien", —concluyó Voldemort, levantándose y caminando hacia la ventana. —"Recuerda, Abraxas, todo depende de la precisión. No toleraré errores".

Nagini se acercó a Voldemort, posando una mano en su hombro. —"Todo saldrá como planeamos, mi señor", —dijo ella, su voz suave pero firme.

—"Así será", —afirmó Voldemort, sus ojos brillando con una fría determinación. —"Así debe ser".

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Abraxas dio una reverencia y desapareció del lugar. Nagini miraba a su señor. Se acercó a él y pasó una mano por su espalda haciendo pequeños círculos.

—"Mi señor, ¿cómo sabe que la niña lo seguirá? ¿No se opondrá su madre?"

Tom la miró y con una sonrisa la cogió de la cintura.

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