Capitulo 37 El engaño

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Era temprano por la mañana en Albania. El sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte, bañando el pequeño pueblo con una luz dorada. Tom y Hermione estaban levantándose en el hostal donde se hospedaban. Mientras Tom bajaba a pagar al hostelero, Hermione se daba una ducha rápida. La bebé empezó a protestar justo cuando Tom volvía a la habitación.

—"¿Qué sucede? "—preguntó Tom, un poco desconcertado.

La bebé lloraba con fuerza, sus pequeños puños agitándose en el aire. Tom, que no tenía mucha idea de cómo manejar a los niños, miraba a la bebé con desesperación.

—"¡Hermione! !"—llamó Tom—. "La bebé está llorando."

Hermione salió de la ducha envuelta en una toalla y tomó a la bebé en brazos.

—"Necesita su biberón" —dijo con calma mientras buscaba el biberón y se lo daba a la pequeña, que rápidamente se calmó.

Después de que la bebé se tranquilizara y terminara de comer, bajaron a desayunar al pequeño comedor del hostal. El aroma a café recién hecho y pan tostado llenaba el aire. Se sentaron en una mesa junto a la ventana y disfrutaron de un desayuno sencillo pero delicioso.

—"El pueblo es hermoso "—comentó Hermione mientras untaba mermelada en su tostada—. "Deberíamos dar un paseo."

—"Si, está bien  "—asintió Tom.

Salieron del hostal y comenzaron a caminar por las calles adoquinadas del pueblo. Las tiendas y casas de colores brillantes parecían cobrar vida bajo la luz del sol matutino. Después de un rato, llegaron a la plaza central, donde una fuente de piedra antigua se erguía majestuosa en el centro.

Hermione se detuvo y miró fijamente la fuente. Fue allí donde la noche anterior había visto a Tom hablando con aquella mujer. Recordó claramente la conversación que había escuchado a escondidas, y un malhumor empezó a apoderarse de ella.

—"Tom "—dijo Hermione, tratando de mantener la calma—. "Anoche, ¿dónde fuiste realmente?"

Tom, como de costumbre, trató de restarle importancia con un ademán despreocupado.

—"No es nada de lo que debas preocuparte, Hermione "—respondió—. "Solo un asunto trivial."

Hermione apretó los puños, tratando de contener su frustración.

—"Estoy harta de tus secretos, Tom. No soy idiota y sé que me estás ocultando algo. Quiero saber la verdad."

Tom suspiró, sabiendo que no podría evadir la pregunta esta vez.

—"Está bien, te lo diré "—admitió—. "Fui a encontrarme con Nagini porque necesitaba información sobre Grindelwald. No quería involucrarte porque pensé que podría ser peligroso."

Hermione lo miró fijamente, sus ojos llenos de determinación.

—"¿Información sobre Grindelwald? "—repitió, notando cómo Tom evitaba su mirada—. "No te creo, Tom."

Tom, su expresión endureciéndose.

—"Hermione, no entiendes..."

—"No, tú no entiendes "—lo interrumpió ella—. "No puedes seguir dejándome al margen. Somos un equipo y necesitamos confiar el uno en el otro. Si sigues ocultándome cosas, no sé cuánto tiempo más podré seguir así."

Tom apretó los labios, consciente de que estaba acorralado.

—"Tienes razón "—dijo finalmente—. "Lo siento. Pero esto es algo que debo hacer solo. No puedo arriesgarme a que te pase algo."

El vínculo inquebrantable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora