Capítulo 7

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Jueves por la mañana y el clima soleado le obligó a usar un short de mezclilla y una playera sencilla de color amarillo. Su calzado se basó en un par de tenis blancos y en lugar de usar su ya conocida pañoleta en la cabeza, seleccionó una gorra que aplacaría sus rizos.

Salió de su apartamento, considerando los posibles lugares a los que podía asistir para tener una buena dotación de alimentos y concluyó que su mejor opción era la cafetería dónde inconscientemente, le dieron la recomendación de su vida.

No era fanático de caminar pero a juzgar por el terrible calor, no le apetecía para nada estar dentro del subterráneo con gente sudorosa a sus costados.

Definitivamente, sus piernas serían su transporte hoy.

Arribó luego de ocho cuadras recorridas a su destino. La campanita de la puerta anunció su llegada y algunas personas voltearon a ver quién había ingresado.

-¡Miren, es Innie!

Jeongin miró a la mesa donde escuchó su nombre y sonrió plenamente al ver a Minho saludándolo con la mano abierta. Felix hizo lo mismo, pidiéndole que se acercara con un gesto.

Lo pensó un poco ya que no estaban ellos dos solos ahí, también estaba Hyunjin, le daba la espalda y no volteó a verlo ni por error.

La cosa es que había estado evitando a Hyunjin desde el incidente que tuvieron y eso lo hacía sentir más tranquilo, porque cada que lo desafiaba verbalmente, él optaba por no decir palabra y seguir con sus deberes.

Se sintió agradecido cuando los reproches disminuyeron, al menos ya no lidiaba con un malhumorado engendro que le causaba malos ratos. Y en caso de que eso ocurriera, bueno, ya tenía un plan.

Por el lado contrario, Hyunjin tal vez bajó un poco la intensidad de sus acciones, era aburrido solo molestar y que la otra persona no fuera capaz de contestar.

Pero continuaba intentando.

-¡Hola chicos! -saludó al dúo, chocando sus puños con alegría-. ¿Acaban de llegar?

-Sí, recién ordenamos -comentó el pelinegro, extendiéndole el menú-. Siéntate con nosotros, pide y aquí te esperamos.

Jeongin le echó un ojo a la carta, leyendo lo que había aparte de la hamburguesa que ya había probado. Por la hora, aún estaban realizando desayunos, así que en su mente enlistó una orden de pancakes y una malteada como la última vez, pero de fresa en esta ocasión.

-Bien, ya vengo -dijo sin rodeos, yendo con el encargado que probablemente, se haría su amigo muy pronto.

Hyunjin no había dicho ni una palabra, solo rodó los ojos cuando Minho saludó a su peor pesadilla, sin mirarlo al notar su presencia a un lado de la mesa.

-¿Por qué tienen que invitarlo? -exhaló con vehemencia-. ¿No es suficiente con verlo en el trabajo?

-Porque nos agrada -le contestó, un poco cansado de la actitud que tenía-. El trabajo es el trabajo, tiene derecho a juntarse con nosotros si eso quiere.

-¿Y dónde queda mi opinión? -estrechó los ojos.

-Tú opinión no cuenta cuando se trata de perjudicar a alguien, Hwang -exclamó Felix, golpeteando las yemas de sus dedos en la mesa-. Te apoyamos cuando no seas tú quien busca los pleitos, si ellos llegan a ti claro que estaremos contigo, pero si tu eres el causante de ellos, hermano, eso no va.

-Deja tus cátedras de moral y valores para después, Lix -le reprochó, chocando con el respaldo de su silla-. Alguno cambiese de lugar, no lo quiero a mi lado.

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