Capítulo 11

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Terminaron de recoger y limpiar todo quince minutos antes de su salida habitual, Felix y Minho se quedaron a charlar con Chan para confirmarle que todo el embrollo de las citas amistosas era solamente para apoyarle con la compra del local.

Jeongin no entró en detalles con ellos, solo les contó el fin, porque su jefe era el indicado para comentarles el trato que hizo con Changbin.

Al salir del establecimiento, notó el auto que días antes lo llevó a su apartamento parqueado en la acera opuesta. Hyunjin estaba recargado en el capó, con los brazos cruzados y un cigarrillo plantado entre sus labios, como cualquier película de romance adolescente en su momento más cliché.

-Mi cita fue con un muchacho de veintiocho años llamado Alex, que terminó la carrera de psicología, lleva un par de años viviendo aquí y su mejor amigo le dijo de este lugar -le habló a lo lejos, sacando la bocanada de humo.

La garganta del menor se cerró y limitadamente removió los tirabuzones de su frente, desviando la intensa visión ajena.

-La pasaste bien -dijo con sus comisuras alzadas no tan perceptible-. ¿Qué cenaron?

-Tres hot-dogs y una soda grande, muy llenador para mi gusto -le miró divertido-, y lo mejor de todo, es que fue gratis.

Jeongin apretó los labios para no reír, sacando el aire contenido por su nariz.

-De nada.

-No te agradecí.

-Lo sé, pero fue mi idea, así que de nada -victorioso, hizo aquel movimiento con su cabeza de un lado a otro.

Hyunjin no le contestó, lo capturó con sus ojos cubiertos en la oscuridad de la noche, dejando caer los párpados solo unos milímetros y ensanchando su sonrisa.

-Súbete.

No aguardó respuesta y temió tener que volver a insistirle que se montara al automóvil. Sin embargo, supo que no tendría que hacerlo porque la puerta del copiloto sonó al ser abierta y un curioso muchacho de ojos brillantes terminó sentado en el lugar a lado suyo.

-Vaya, que fácil -agregó burlón, poniendo en marcha el vehículo con la dirección de Jeongin, la tenía en sus rutas recientes.

-No lo tomes personal, es mi manera de aceptar tus agradecimientos.

-¿Qué te hace pensar que te voy a llevar a tu casa? -Hyunjin hizo un mohín, bajando el vidrio de su lado.

-¿A dónde más si no?

-¿Confías en que no voy a desviarme?

-Eso creo.

El mayor carraspeó la garganta, dejando salir una risita sarcástica al frenar por una luz roja en el semáforo próximo. No debería existir esa tensión opresiva, era una bofetada que desvariaba los sentidos de ambos, los ponía atentos.

No se definía como incomodidad, pero Jeongin no estaba cien por ciento familiarizado a la compañía de Hyunjin, era como estar en vulnerable, sabía que no había ni un gramo de confianza mutua pero no le disgustaba tanto como aparentaba.

-¿Por qué me odias? -recriminó con precaución pero sin rodeos-. Soy buena persona, siempre trato de ayudarlos, no me meto en líos y tampoco los causo, ¿qué está mal?

El destello verde fue la indicación para que siguieran su camino. Hyunjin pisó el pedal, con el tornado de respuestas irónicas y mordaces que podía decir brincando en su cerebro. Pero hoy, le apetecía ser honesto y tener el mismo valor que el chico tuvo para interrogarlo sin titubeos.

-Siempre hemos sido tres, no cuatro -exclamó, moviendo la palanca de velocidades-. Me molesta tu necedad, te lo dije, muchos chicos han pisado el bar y se han ido porque no los queremos ahí.

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