Capítulo 37

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—¿Estás comiendo bien? —La voz femenina sonó a través del altavoz de su móvil—. ¿Tienes tu refrigerador lleno?

Jeongin le sonrió a la pantalla y asintió, por poco le muestra lo que compró para su despensa, con tal de que ella estuviera tranquila.

—Si mamá, todo en orden, te lo prometo —murmuró, acomodando sus piernas sobre el sofá—. De hecho acabo de ir a traer lo que me faltaba.

—Ojalá me estés diciendo la verdad, jovencito —musitó su progenitora, devolviéndole la pequeña sonrisa—. Te veo más delgado y eso me preocupa.

—Relájate, me estoy alimentando bien —aseguró, subiendo el volumen de la video llamada—. No te preocupes por eso.

—¿La renta de tu departamento?

—Cubierta —Levantó el dedo pulgar hacia arriba.

—¿Servicios?

—Pagados.

La mujer suspiró, acomodando su cabello. Su instinto maternal siempre estaba presente y trataba de estar cien por ciento pendiente de su hijo.

—Te doy puntos por sonar convincente y porque sé que eres independiente —constató, con un dejo de nostalgia—. Y lo mas importante, ¿cómo vas con la escuela?

Jeongin le enseñó su perfecta dentadura, en una sonrisa amplia.

—Bien, de hecho ya he juntado bastante dinero —espetó, emocionado—. Quizá pueda aplicar el examen de admisión para el siguiente ciclo.

Seoyeon chilló entusiasmada, de igual forma le sonrió a la cámara frontal de su celular.

—¡Eso es increíble! Me alegro mucho, corazón —exclamó, fascinada—. Tú padre quería hablar contigo ayer en la noche, pero sabemos que trabajas hasta tarde.

—Sí, el club es muy demandante —El menor reiteró—. Entre semana es más tranquilo, pero los fines son un desastre.

—Me imagino, y peor aún si dices que es de los más visitados ahí en Manhattan —añadió, inflando las mejillas—. Por cierto, ¿qué pasó con el compañero molesto que me contaste?

Oh, eso.

Por supuesto que su madre estaba enterada de todo lo que Hyunjin le había hecho desde que entró al bar, a través de mensajes y llamadas le platicó gran parte de las disputas que tuvo con el castaño y las razones por las cuales ocurrieron. 

Sin embargo, claramente reprimió varios pormenores que en aquel entonces, ella no debía saber porque lo iba a sermonear; como sus besos esporádicos en el auto, sus encuentros ocasionales y su repentina buena voluntad en ciertos aspectos.

Hasta el momento, Seoyeon tenía conocimiento de que Hyunjin era un bartender que le hacía la vida imposible a su hijo. Quizá merecía una actualización de lo que estaba pasando ahora entre su retoño y su insensato compañero de trabajo.

Pero Jeongin no sabía como empezar, su boca se abrió y se cerró tres veces antes de poder estructurar algo más que solo un "me terminó gustando".

—Uhm, digamos que mejoramos nuestra relación laboral —farfulló, e hizo eso de tallarse la nariz con su dedo índice—. No somos amigos pero creo que encontramos un equilibrio.

—¿Ah sí? —Ella entrecerró los ojos y ladeó la boca—. ¿Cómo fue que llegaron a eso?

El rizado pasó saliva y su manzana de adán se marcó al subir y bajar.

—Eh... lo platicamos, y ya sabes... concluimos que sería mejor para ambos llevar una sana convivencia —mintió, bastante mal—, lo convencí de ser aliados, algo como una tregua...

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