Felix se reportó como enfermo el siguiente sábado. Al parecer, le había pegado una infección terrible en el estómago por ingerir comida rápida en un carrito de procedencia dudosa que encontró mientras regresaba a su casa.
Le habló por video llamada a Chan, avisándole que por ese motivo no iría a trabajar; su jefe amablemente le dijo que no había ningún caso con que se ausentara esa noche o las que fueran necesarias para que sanara pronto. Preocupado por su bienestar, le pidió que fuera al doctor y consiguiera tratamiento médico lo antes posible, le deseaba una pronta recuperación.
Minho si tuvo que asistir al club, aunque él hubiese preferido quedarse toda la noche y cuidar a su novio, su deber le llamaba y le gritaba al oído que si no iba ninguno a trabajar, les descontarían el sueldo a ambos.
Las medicinas eran caras, tenía que salir a ganar lo que costaran los fármacos recetados.
Aparte de todo, justamente esa noche era la subasta del pelinegro. A Minho le tocó el día anterior y obtuvo la fantástica aportación de cuatroscientos setenta dólares junto a una cena en un restaurante en la ciudad.
-¿Entonces? -cuestionó el ojimiel, desempolvando la contrabarra y sus entrepaños-. Vas tú Innie, ¿te parece?
-Pero se anunció ayer que el siguiente sería Felix -musitó el rizado, sonando perturbado.
-Lo sabemos, ¿pero qué hacemos? A menos que hoy no haya subasta, pero no creo que sea conveniente perder un fin de semana -opinó acertadamente, mientras se deshacía de los últimos rastros de polvo.
-No lo es... Creo que puedo hacerlo -Jeongin no quería demostrar la emoción que le causaba ser el siguiente en turno-. Me toca a mi, sin problema.
-Bien, iré a decirle a Chan.
Así como lo dijo, Minho se quitó el delantal que traía encima y se sacudió las manos, levantando un pulgar en señal de aprobación antes de dirigirse hacia la oficina de su jefe con el objetivo de llevar el informe sobre quién sería el Bengala subastado esta noche.
Mientras tanto, Hyunjin se mantuvo callado, realizando el acomodo de los vasos y tarros para la cerveza de barril que servirían a los que pidieran, esa noche habría una promoción al dos por uno.
No comentó nada con respecto a la decisión tomada, solo escuchó y le quitó importancia; al final no le era relevante quien fuera, él solo esperaba que su otra oportunidad de salir a cenar gratis llegara pronto.
-Treinta y seis vasos... -murmuró, dejándolos perfectamente alineados-. Más seis que tengo por acá... son treinta y ocho.
Aquello salió en un tono lo suficientemente alto como para que Jeongin lo escuchara y no pudiera contener la risa sardónica que expulsó de sus cuerdas vocales, sin detener su limpieza en el mostrador.
-¿Treinta y ocho? -habló sorprendido.
-¿Eh?... -el mayor replanteó su operación, haciendo la suma de nuevo en su cabeza y se avergonzó cuando notó su fatal error-. No, dije cuarenta y dos.
-Yo escuché otra cosa -la mofa estaba presente en todo su esplendor.
-Pues aparte de metiche, saliste sordo -escupió con rencor.
Otra carcajada llenó la zona en la que estaban, pues por azares del destino, el menor sintió la confianza de cotillear ligeramente con Hyunjin.
Aunque desafortunadamente, no compartían el mismo pensamiento.
-¿Muy feliz por ser la siguiente subasta? -espetó, aclarando su garganta-. Yo no estaría tan alegre si fuera tú.
-¿De qué hablas? No estoy feliz por ello -mintió, moviendo su nariz.
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Club Bengala
FanfictionJeongin disfrutaba su empleo, de verdad lo hacía, intentaba dar lo mejor de si para mejorar día con día, sus compañeros lo trataban bien y lo instruían en lo que necesitaba. Menos Hyunjin. Ese maldito chico de mirada profunda y labios gruesos era e...