Capítulo 25

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A nadie se le hizo raro que Jeongin bajara del auto de Hyunjin, los vieron a lo lejos discutir efímero porque azotó la puerta sin mensurar la fuerza y el castaño le recalcó que si algo le pasaba a su coche, él sería el encargado de reparar lo que dañara.

El rizado le mostró el dedo corazón y cruzó la calle, saludando desde su andar a Minho y Felix; el par los esperaba tranquilamente afuera del bar.

—¡Chicos! —Se acercó alegre, estirando su puño para chocarlo con ellos.

—Hola, Innie —Minho fue el primero en contestar.

—¿Cómo va todo? —Felix le siguió.

—Bien, creo, todo genial —exclamó pacífico, aleteando las pestañas con dulzura.

—Me alegro, ¿Hyun pasó por ti?

—Ajá, el fue quién llegó tarde, una disculpa por ello.

—Lo supuse, se le da la impuntualidad —rezongo el morocho.

La tercia se fijó en el caminar de Hyunjin, venía hacia ellos con las llaves del automóvil girando en su índice y mostrando su dentadura blanca en una sonrisa extensa.

—Animalejos —pronunció.

—Hola, zancudo —Su amigo de hebras avellana aprisionó sus labios para no reír con la cara que puso el aludido. 

—¿Cómo me llamaste? —cuestionó, con extrañeza.

—Oh, de ninguna forma —El ojimiel se tragó la carcajada.

La cosa con el apodo, era que el mayor jamás tuvo la precaución de cubrirse el cuello; al contrario de eso, vestía una camisa de botones abierta de los primeros dos, como era su estilo. Y no, no le importó que los chupones que le fueron hechos el día de ayer, en reiterados puntos de su piel, estuvieran a la vista del público en general.

O quizá se le olvidó, tampoco comprendió la mofa de los novios.

—Deberíamos entrar —sugirió Jeongin, tomando la muñeca de Minho y checando la hora en su reloj—, ya sé pasaron quince minutos de las nueve.  

—¿Cómo le haces para leerlo tan rápido? —indagó humillado, viendo la manecilla que correspondía al segundero, avanzar.

—Me gustan los relojes analógicos.

—Los digitales son más prácticos.

—Quizá, pero te hacen poco hábil —concluyó.

—Veme a mí —Se burló de sí mismo y el rizado le hizo segunda.

Felix sonrió atontado cuando miró a su novio reír tiernamente y Hyunjin por poco hace lo mismo con el dueño de aquellos dos formidables orificios en las mejillas, que lo hacían sobresalir adorablemente.

Prefirió encender un cigarrillo y eludir la sensación.

—Ya, muchachos, vamos adentro —El pelinegro fue quién se encargó de dar la pauta.

—¿Alguien sabe por qué nos citó?

—No, creí que ustedes sabrían —Jeongin le contestó a Minho.

—No tenemos idea... —formuló en desconcierto.

Hyunjin exhaló una vez más el humo, inmerso en ver los autos que recorrían la avenida. Sintió la pesadez de tres miradas pero no les dio el gusto de voltear; él no sería el encargado de hablar, Chan era el indicado... De todas formas el ya no formaba parte del equipo laboral en Club Bengala, no tenía voz ni voto.

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