Capítulo 18

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-¡No, Minho! -al escuchar que la subasta había sido finalizada, dando por hecho que Hyunjin resultó ser el vencedor de la noche, Jeongin apretó de la muñeca al ojimiel-. ¡Él no puede!

-Nunca pusimos una regla con respecto a eso... -comentó, apagando el altavoz.

-¡Pero no es justo! -se colocó las manos en la cabeza, desacomodando su bandana-. ¿¡Qué hay de los clientes!?

-Ninguno supero después de mil trescientos, era ahora o nunca -Minho le trató de explicar y la música del lugar subió, regresando todo a la normalidad-. ¿Seungmin tenía el dinero para pagar lo que ofertó?

-¡Por supuesto! -era mentira, pero su colega no tenía por qué saberlo-. ¡No por nada está aquí! ¡No le diste tiempo de aumentar!

-Tuvo varios segundos para subirla, no lo hizo y nadie más lo iba a hacer -seguían discutiendo, parados arriba del mostrador-. Yo no tengo la culpa.

-¡Es que no!

-¿Se quieren bajar de ahí ya? La gente necesita alcohol y los mira raro -Chan les tronó los dedos desde abajo, señalando después a Hyunjin-. Ayúdenlo.

-Chan, yo no... -el rizado intentó abogar por su bienestar.

-Conmigo no. Si no quieres, habla con Hyunjin, no le acepté aún el dinero. Arréglalo con él y me avisan -farfulló, girando entre sus dedos una botella de vodka y sirvió dos tragos de cortesía para sus trabajadores-. Andando, hay mucha gente.

Jeongin estaba contrariado, no era lo que esperaba y mucho menos lo que quería; Hyunjin seguía haciendo todo por humillarlo, para él, había sido un claro ejemplo de su maldito egocentrismo, de demostrar que podía poseer el control de cualquier situación, cuando quisiera y como quisiera.

Los dos chicos bajaron de la barra, había comenzado a sonar la canción de "I Gotta Feeling", creando un tumulto de amigos coreando y reclamando la melodía como suya.

Para Jeongin no era una buena noche, estaba muy lejos de serlo, sentía la impotencia, la necesidad de propinarle una cachetada a Hyunjin y de igual forma a Minho: a uno por fanfarrón y al otro por solapador.

Con su destello de enojo, se tomó de un sorbo el vodka obsequiado sin hacer gestos; estaba acostumbrándose a beber de todo un poco.

-¡Hey, Innie! -Seungmin se logró abrir paso entre la saturación de personas y llegó hasta uno de los espacios menos asfixiantes en la zona de servicio-. ¡Gran noche, acabas de arrasar!

El menor le observó serio y cruzó los brazos a la altura de su pecho.

-¿Y tus mil trescientos dólares, Seung? -sondeó irónico, con una sonrisa postiza.

-Uhm... -lo meditó e introdujo la mano en su bolso trasero del pantalón, sacando de ahí su cartera-. Déjame ver.

Kim vació sobre la madera el contenido en efectivo que resguardó en su billetera, dejando caer unas cuantas monedas y billetes doblados por la mitad. Separó por denominaciones iguales el dinero, haciendo la suma neta.

-Casi completo los sesenta dólares, ¿qué me alcanza con eso? -habló, haciendo un mohín y rascó su oreja-. ¿Hay descuentos por ser tu amigo?

Al levantar la cara, esperó verlo feliz y agradecido por su técnica infalible, hasta ahora llevaba la delantera. Pero su buena voluntad fue evaporándose cuando la faz áspera de Jeongin le comunicó que algo no estaba bien.

-Bueno... sin descuentos, lo que me alcance -farfulló, extendiéndole uno de los billetes de diez.

-¿Por qué dejaste que Hyunjin ganara? -preguntó, recogiendo el dinero y revisando a contraluz que fuera auténtico.

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