Capítulo 47

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Kkami ladró ante la festiva ocasión y se levantó en sus dos patitas traseras sobre el sofá, Hyunjin lo alzó, integrándolo por completo al divino instante.

—¡Voy a estudiar arquitectura! —gritó. Sus ojos estaban llorosos—. ¡Voy a ir a Columbia! 

—Te lo dije —exclamó, y enseguida se plantó delante de él—. ¡Amor, te lo dije! 

Amor.

Lo escupió consciente, lo remarcó con todas sus letras y fuera del goce sexual.

Compartieron una mirada diáfana y expresiva, totalmente entregados a la cumbre de su enlace, a la luz de su vínculo.

Jeongin le cogió del rostro y con cuidado de no apachurrar al cachorro, formó un beso silencioso. 

Uno donde se contagiaron de sus anhelos, dónde se extraviaron y se volvieron a encontrar.  

Un beso que sin saberlo, era el cierre del libertinaje y la apertura del compromiso. 

—Hyun —El menor fue quién se alejó. El órgano que lo mantenía con vida, comenzó a latir más rápido—. Yo… gracias por creer en mí.

—¿Estás bromeando, no? Era obvio que lo ibas a obtener, te esforzaste muchísimo. 

—Creo que me preparé para lo peor —musitó, al encogerse de hombros—. Si llegaban a rechazarme, dolería menos. 

—Pero mírate ahora —Lo aduló con un ademán—. Próximo estudiante en una de las escuelas más prestigiosas de la ciudad. 

Como era usual, las mejillas del más joven se encendieron cual semáforo en alto. 

—Estuviste conmigo todo el tiempo… —vaciló y no se frenó más—: Ya no sé que haría sin ti.

—¿Tú no sabes qué harías sin mí? —Disimuló una risa vigorosa y bajó a Kkami. 

La criatura corrió hacia la habitación principal, dejándolos solos.  

—No… —dijo, rascándose burdamente el codo—. Y honestamente... no quiero averiguarlo.

Hyunjin casi se carcajea por los nervios.

—Si hace un par de meses hubieras dicho eso, ten por seguro que te habría echado a patadas de mi casa —Sonrió, con el pulso a mil por hora—. Hoy es diferente. 

Jeongin lo miró, las tripas se le retorcieron. 

—¿Lo es?  

—Por supuesto —proclamó, sin titubeos—. ¿Recuerdas que en la madrugada te dije que hoy si habría algo que celebrar?  

—Ajá, pusiste toda tu confianza en mí y viste el futuro —siseó dinámico—, hay que festejar mi ingreso.  

El mayor asintió, dando un paso firme que robó considerables centímetros a la distancia que los apartaba. Colocó una palma en la zona lumbar de Jeongin, y la otra la alzó hacia su rostro. 

—Claro, pero si me lo permites… —Hizo una pausa, al concederle un toque mimoso en el pómulo—. Podríamos festejar dos cosas al mismo tiempo.  

—¿Dos cosas? —recabó, curvando apenas visible una ceja—. ¿Cuál es la otra? 

Era ahora, o nunca.

Hyunjin sintió una torrencial lluvia de emociones mezclarse en su pecho, el hormigueo en la boca de su estómago y un par de ojos curiosos encima, aguardando por una respuesta. 

Se tragó el miedo, ya no había retorno. Recordó los consejos de sus amigos y las palabras de su psicóloga, la sugestión hecha junto a la incentiva de rehacer su doctrina errada.

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