Capítulo 31

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—Jake, en serio no necesito ayuda.

—¿Qué tal si te apoyo con el guacamole?

Jeongin se encontraba atareado cuando el chico de vans negros entró por la puerta de la cocina.

No era que rechazara la oferta, agradecía la intención del chico, pero no le gustaba mucho convivir cuando estaba cocinando, aborrecía que irrumpieran en su espacio y le insistieran en hacer cosas con métodos diferentes a los que él sabía.

Tenía lista la bandeja de carnes frías, fruta en brochetas y verdura picada, una fuente de chocolate derretido para acompañar, jugos de muchos sabores empaquetados individualmente y no podía faltar la hielera llena con latas de cerveza a tope.

Le restaba por sacar del horno dos pizzas que hizo guiándose de un tutorial que se encontró días atrás en YouTube, y rogaba a todos los santos que salieran deliciosas. Era su primera vez haciéndolas y eran varias personas las que comerían de ellas, no deseaba terminar pagando gastos médicos por infecciones en el estómago.

—¿Dónde pusiste el aguacate? —El de iris oscuros, abrió el refrigerador.

—Es que no traje, no voy a preparar esa salsa —Siguió picando una sandía que le hizo falta.

—¿¡Por qué no!? —gruñó Jake, colocándose la mano en su cintura y reclamó con indignación—: ¡No puede faltar con totopos!

Jeongin dejó entrar el oxígeno por su nariz, contando hasta cinco en su mente. No era nada en contra de su amigo, lo adoraba muchísimo y su compañía siempre era grata.

Más bien, se trataba de su poca paciencia en esos casos; no sería grosero con él, pero de verdad quería que se retirara y lo dejara seguir con los preparativos. Cuando estaba en una cocina, se dedicaba de lleno a sus actividades pendientes y no se fijaba en nada más.

—Olvidé comprarlos cuando fui al supermercado —farfulló, vaciando los trozos de la jugosa fruta en un tazón.

—Que pecado, ¡nos vas a dejar sin nuestro refrigerio favorito! —chilló teatral, palmeándose el pecho.

—No sabía que les gustaba tanto, me disculpo —respondió y se apretó el labio con los dientes.

Nadie tenía porqué saber que si el jodido aguacate no estuvo en su lista de compras, fue porque recordó que a cierto invitado de ese día, no le gustaba. Llámenlo loco, después se arrepintió y quiso volver por él, pero se le hacía tarde y las filas en las cajas de cobro eran interminables.

Mejor suerte para la próxima.

—Bueno, ¿entonces en qué te ayudo? —instó, tomando una brocheta del bowl y la masticó calmadamente.

—No necesito ayuda, de verdad, ya casi... —Y recapacitó. Que su amigo lo perdonara pero necesitaba terminar sin desviarse—. Oh, ¿puedes ir a comprar el aguacate?

Jake ya había tomado un lugar en el perímetro, recargado en la encimera a un costado de la estufa.

—¿No prefieres que te ayude en algo aquí?

—Podrías ayudarme con el guacamole, pero primero necesitas traer su ingrediente principal —Se limitó a especificar.

—Uhm, robaré la bicicleta de Seungmin —Sin hallarse convencido al cien por ciento, no le quedó de otra más que aceptar—, ellos están montando todo en el jardín de atrás.

—¿No tendrías que estar ayudando? —preguntó, cortando los últimos trozos de fruta.

—Algo así, pero hay demasiado sol, ya me duché y no quiero sudar —espetó con gracia y sinceridad—, entonces me escabullo de mis responsabilidades como integrante.

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