Capítulo 43

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—Oye, le faltan dos cuerdas a tu guitarra —Jeongin anunció, al deslizar los dedos por el mástil del instrumento.   

—Lo sé, por eso le pedí a Jay que las fuera a comprar, a la suya también se le rompió una —Jisung explicó, amable—. Ya no debe tardar. 

El rizado asintió, mientras se colocaba el mandil que traía cargando consigo. Se lo puso alrededor de la cadera y lo amarró con un nudo simple, cubriendo solamente la parte posterior de su cuerpo.  

—¿Qué canciones van a tocar hoy? —inquirió, alisando la prenda protectora con sus palmas. 

—Decidimos meter varios covers, pero de las nuestras, ten por seguro que estará English Love Affair y Social Casualty —Conectó el amplificador y quitó los cables que estorbaban en el suelo—. ¿Alguna petición?  

—No, me conformo con que no dejen de cantar End Up Here —Sonrió jovial, y luego se juntó la mata de pelo para amarrarlo con una scrunchie. Los rizos le estaban creciendo—. ¿Nervioso? 

Jisung le miró con los labios apretados, los ojos más abiertos de lo normal, las cejas alzadas y mejillas sonrosadas.  

—Algo, es decir, este bar es enorme y nosotros somos unos novatos —murmuró, revisando que las entradas estuvieran en los puertos correctos. 

Jeongin hubiese querido decirle que no se preocupara, que la gente los iba a amar por el talento nato que tenían al tocar y que serían la sensación de la noche.

Sin embargo, no podía asegurar ninguna de sus palabras, porque eran las siete con diez minutos de la tarde, y el club estaba desierto. 

No había ni una sola alma esperando por entrar, solamente los chicos se encontraban ahí y ni siquiera se hallaban ocupados, yacían esparcidos por el área; Minho y Felix conversaban en voz baja en un rincón, Hyunjin se encontraba desparramado en una de las tantas sillas, bebiendo una cerveza y Chan permanecía sentado cerca del acceso, viendo con tristeza la puerta abierta y desolada.  

En el escenario destinado a la banda, estaban acostados Jake y Seungmin, uno tenía los ojos cerrados y el otro jugaba en su celular Candy Crush. La batería y el bajo ya estaban listos, pero a juzgar por la ausencia de clientes, no sabían con exactitud en qué momento podrían comenzar a tocar.  

—Tranquilo, todo irá bien —Luego de suspirar, el menor le palmeó suavemente la espalda—. ¿Quieres algo de beber?  

—Uhm… sí, solo una cerveza —solicitó y se puso en cuclillas con el fin de acabar las conexiones—. Por favor.  

—Ya te la traigo.  

Jeongin emprendió camino hacia el refrigerador que estaba repleto de aquella bebida, con los pensamientos colmados de aprensión. Se cuestionaba a cada segundo que diablos pasaba y por qué nadie llegaba todavía al local, si habían puesto promociones espectaculares en los volantes; una de ellas establecía dos bebidas de cortesía si eras de los treinta primeros en llegar, también había el ya conocido “dos por uno” en variedad de tragos de las nueve a las diez de la noche, y shots de tequila gratuitos conforme la madrugara avanzara.  

Eran anzuelos excelentes y no habían logrado pescar nada.  

Sin obtener un resultado certero a la incógnita, se dedicó a sacar la botellita de vidrio del refrigerador, secándola con un trapo limpio. Tomó el destapador, la abrió y luego de eso, cortó un trozo de limón que colocó en la boquilla, porque sabía que a su amigo le gustaba ponerle unas cuantas gotas al líquido amargo.   

—¿Te diviertes? 

Hyunjin habló a sus espaldas; abandonó su asiento desde que le vio atravesar la pista de baile y lo siguió como todo un guardia de seguridad.  

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