Capítulo 35

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—Mi turno... ¿Estación favorita del año? —preguntó el castaño, mientras le untaba mermelada a su rebanada de pan tostado.

—Invierno —Jeongin le contestó, tapando su boca con una servilleta—. Amo el frío y la nieve.

Hyunjin protestó, haciendo un sonido extraño y su boca se abrió con impresión.

—¡Pero que mierda! ¿Cómo vas a elegir el frío? —acusó, antes de lamer su dedo pulgar manchado con jalea de fresa.

Jeongin entornó los ojos, colocando el codo sobre la orilla de la mesa y acunó su propia mejilla.

—Lo prefiero por encima del calor —espetó, sonriendo de lado—. Lo siento.

—Estás demente —gruñó, masticando el bocado y señaló el brazo ajeno con la punta del dedo—. Los codos no se suben a la mesa, mal educado.

Con la ceja enarcada, Jeongin rio tranquilamente; Hyunjin siempre hallaba la forma de molestarle o recriminarle cada que hacía algo mal, y por fortuna, ya no era de forma ofensiva o agresiva.

Podría acostumbrarse.

—No se habla con la boca llena, mal educado —contraatacó, mejorando su postura.

Hyunjin le devolvió las comisuras crispadas, arrojándole un trocito de pan; con el buen tino, le dio en la frente y el menor arrugó la piel de esa zona al instante.

—Bien hecho —masculló, dedicándole una bonita seña con el dedo corazón.

—Gracias —farfulló sarcástico, limpiando las migajas que quedaron sobre su tez—. Es mi turno de preguntar.

—Te escucho —dijo y después bordeó con su lengua la cuchara que usó para endulzar su café.

Jeongin tragó duro, ante la imagen del castaño pasando aquel músculo sobre el cubierto un par de veces.

Sintió un tirón en su entrepierna. 

—A ver... —Se aclaró la garganta, en lo que se rascaba la parte posterior de su cabeza—. ¿Cómo decidiste venir a Nueva York?

—¿Cómo lo decidí? —inquirió dudoso, entrecerrando los ojos—. ¿Qué te hace pensar que lo planeé?

El ceño del menor se frunció, tratando de procesar.

—¿No lo hiciste?

—Claro que no —espetó, deslumbrando con una sonrisa enigmática—. Cuando llegué al aeropuerto, lo hice sin saber el rumbo.

—¿Entonces? —No se resistió a investigar más a fondo—. ¿Qué ocurrió?

Los músculos en los hombros de Hyunjin se ablandaron.

—Solo llegué, pregunté cual era el siguiente vuelo en salir que aún tuviera un asiento libre, yo necesitaba salir de mi ciudad natal lo antes posible —expresó y su pie golpeó con impaciencia el azulejo—. Me lo vendieron a Manhattan... y heme aquí.

Y sí, el menor esperaba una historia con un contexto desarrollado, algo como que Hyunjin había buscado oportunidades de crecer en varios países y eligió el idóneo para emprender su viaje en busca de una nueva y mejorada vida.

No imaginó que sería tan arbitrario y aplaudió en su mente la valentía del castaño al hacer eso, no era usual que alguien diera un paso hacia el futuro sin tener algo seguro.

—Eres muy valiente —Le resultó fácil decir aquello—. No cualquiera hace lo que tú.

—¿Te refieres de huir de la realidad? —habló, creyendo sonar gracioso—. Eso es cobardía mía.

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