Club Bengala

Capítulo 27

Habían tomado un taxi que los dejó en la entrada del bar en el que Seungmin estaba y luego de darse una ducha rápida, compartiendo el espacio en la ducha de Jeongin, se vistieron con sus respectivas prendas. Hyunjin tuvo que hacer uso de lo que ya traía puesto y el rizado sí se dio el tiempo de escoger un atuendo acorde a la salida.

Con ello, pidieron su transporte a través de la aplicación y el guardia de su edificio le prometió que le cuidaría el auto a su amigo.

Entonces ahí estaban, esperando que el baterista saliera por ellos porque no sabían en que mesa se encontraba y tampoco conocían a sus acompañantes, para Jeongin era incómodo llegar así como así, y aunque Hyunjin le dijo que no fuera ridículo, aguardaron con paciencia a que Seungmin los encontrara.

La fila no era larga; por la hora, la mayoría de los asistentes ya estaban adentro y solo salían de a ratos a recoger a sus amigos o simplemente a tomar un poco de aire. Se podían ver las luces cambiando en el interior del establecimiento, al ritmo de la canción que pudieron reconocer: Umbrella, interpretada por Rihanna, era lo que retumbaba en los muros del bar.

Se veía buen ambiente y prometía ser una buena noche, tranquila y de tragos constantes...

¿O no?

—¿Estás seguro de que saldrá por nosotros? —Hyunjin ya tenía la cara larga por la impaciencia—. Tiene más de quince minutos que le llamaste, ¿qué le pasa?

—Relájate, dijo que iría al baño y de ahí venía —Revisó por enésima vez su celular, no había ningún mensaje.

—Pues se está tardando, hay que entrar ya —trató de convencerlo—, no tiene nada malo, solo llegamos, nos sentamos y ya.

—Te tienes que presentar, idiota, son modales —regañó, sosteniendo su mirar inquisitivo—. ¡Ah! Olvidaba que no tienes.

Hyunjin divagó, alzando sus cejas antes de reír por el buen intento de ataque.

—Y si ya sabes como soy, ¿para qué me invitas? —resolvió sardónico, cortando la distancia con Jeongin unos centímetros.

—Te invitaste tu solo —rezongó, bajando la vista a los carnosos labios del castaño.

El aludido, esbozó una sonrisa coqueta y de lado, antes de tomar al menor por el cuello de su camisa y jaló de ahí, juntando sus bocas en plena calle, con las personas pasando a su lado y el ruido de la música desvaneciéndose cuando le aplacó los sentidos.

La única vez que se habían besado en vía pública, resultó ser un problema, y ahora, estaban ahí como si nada, chocando sus dientes sin querer y chasqueando los labios en búsqueda de liderar el compás, hasta en eso era una lucha tenaz.

—Ejem... Innie —el oído del nombrado recuperó su función, en cuanto el tierno apodo fue dicho.

Tristemente, tuvo que separarse de Hyunjin, descubriendo sus ojos al levantar los párpados y sonriendo como un idiota inconscientemente.

—Que inoportuno —susurró.

Se giró sobre su eje, buscando al dueño de la voz que reconoció al hablarle a sus espaldas. Seungmin estaba ahí, con la cara roja y con un vaso semilleno del mismo color, su bandana estaba chueca y aparte de eso, la ropa la tenía arrugada.

Se veía borracho, pero con los pies en la tierra aún.

—¡Hey, creí que no vendrías! —Dio un brinco hacia el frente y abrazó a Jeongin, botando un poco de su bebida en la camisa de su amigo—, ya te estamos esperando.

—Tarde pero seguro, aquí me tienes —musitó, correspondiendo el apapacho y después notó que los ojos de su amigo, se fijaron en la persona que tenían a un costado.