Extra 2

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—¿Por aquí solías pasear?

—No como tal, este era el camino que tomaba para ir a casa de mis abuelos —Jeongin contó, al patear una piedra en la banqueta—. Los visitábamos cada fin de semana, y como no está muy lejos de la de mis papás, veníamos a pie.

Hyunjin observó la calle, apreciando que no había cientos de carros pasando cada dos segundos.

La ciudad natal del menor era una joya, completamente calmada, los embotellamientos no existían, el ruido de los grandes negocios estaba relativamente lejos de la zona dónde residían y se lograba respirar el aire puro.

Lo único malo a considerar, era que cotidianamente estaba nublado, casi no salía el sol y las nubes siempre eran las protagonistas en cielo. Pero eso era lo de menor importancia, pues los días que ya llevaban ahí, los había disfrutando al máximo, desintoxicándose de todo el pesado ambiente laboral.

Aquella tarde, decidieron salir a recorrer el vecindario.

Iban tomados de la mano, usando unas buenas chamarras para el frío porque el clima había pronosticado fuertes vientos y no querían enfermarse. Bebían un chocolate caliente que adquirieron en un minisuper del área, incluso Jeongin portaba un lindo gorro que le cubría hasta las orejas.

—¿Conviviste mucho tiempo con ellos? —El mayor retomó la charla.

—Sí, hasta los quince —explicó, con nostalgia—. La primera que falleció fue mi abuela, y al año siguiente, se fue mi abuelo.

—Eso debió ser un golpe muy fuerte.

—Lo fue, yo tardé mucho en recuperarme —Dejó salir un suspiro—. Mi papá insistió mucho en que nos fuéramos a vivir a esa casa que nos dejó de herencia, pero nadie quiso porque espantaban en las noches.

Hyunjin se rio.

—¿Espantaban?

—¡Sí! Se oían ruidos muy extraños, y como el lugar era muy viejo e inmenso, por eso le pusimos la casa de los sustos —siseó, jocoso—. Nadie consideró mudarse, y por eso se quedó en abandono ya que remodelarla era muy costoso.

—Me imagino —comentó, al beber un sorbo de su chocolate humeante—. Y al final, la vendieron...

—Pues sí, ¿recuerdas cuando me depositaron parte del dinero para que comenzara a estudiar?

—Como voy a olvidarlo, creíste que tu cuenta de banco estaba rota —Burlón, citó las palabras dichas en el pasado—. Te quedaste en shock.

—¡Me espanté! Jamás creí que me encontraría con tantos ceros al revisar mi saldo...

—En eso te doy la razón, tal vez yo habría reaccionado igual que tú.

—Ahí lo tienes, lo normal —Fue su turno de darle un trago a su bebida—. Quiero ver como quedó, ya ves que mis padres dijeron que luce bastante decente...

—Yo también quiero verla, me interesa conocer tu opinión al respecto —Le apretó los dedos con suavidad—. Amo escuchar el punto de vista de mi arquitecto.

Fugazmente, Jeongin le guiñó el ojo.

—No voy a criticar si es lo que esperas.

—Eso ya lo sé, pero confío en que vas a encontrar algún detalle que no vaya con tu estilo de diseño y de ahí, empezarás.

Lo conocía mejor que nadie.

Tantos días juntos, no eran en vano.

—Ya veremos —respingó, y cuando la casona se alzó en su panorama, la señaló—. ¡Esa es!

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