16. ¿Qué somos?

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NARRADOR.

Ruslana se comió un castigo al entrar a clase después de estar gran parte de la mañana desaparecida junto a Chiara, le había tocado limpiar los años un par de días y por segunda vez la pelinegra se había librado exitosamente del castigo, cosa que tuvo a Ruslana enfadada todas las tardes mientras frotaba y frotaba los azulejos de los baños masculinos. Por otro lado, Bea y Álvaro habían estado más pegados de lo normal esos días, murmuraban cosas que solo ellos podían escuchar y reían por lo bajo, a veces sin disimular señalaban o miraban a Ruslana y Chiara entre risas infantiles y con esas miradas de que sabían algo que el resto desconocía.

– Oye, Bea – la pelirroja llamó la atención de su amiga mientras caminaban por el pasillo en dirección al pequeño patio con la fuente, ellas solas.

– Dime – aún caminando le contestó y se giró para verla unos segundos antes de volver la vista al frente.

– ¿Qué te traes con Álvaro? Estáis de un raro últimamente – preguntó la ucraniana directamente, sin andarse con rodeos.

– ¿Por qué lo dices? – preguntó Bea atropelladamente y siendo muy obvia con su nerviosismo – Estamos como siempre, cotilleando y hablando de la gente de este sitio. Están diciendo últimamente que Naiara...

– ¿Te he dicho ya que no sabes decir mentiras? – la interrumpió y la rizada bufó, algo abrumada por la situación. Ella y su amigo pensaban que lo llevaban bastante bien y que sus dotes de disimulos eran increíbles – ¿Le has contado lo mío con Chiara? Bea, si es eso...

– ¡No, no! No es eso, Rus – ahora fue Bea la que le interrumpió y pararon en seco a pocos minutos de llegar a su destino –. Álvaro os pilló el otro día entrando en el baño juntas, con las manitas entrelazadas y se piensa cosas.

– ¿Cómo? – preguntó, asustada y con los ojos abiertos por la sorpresa, tragó saliva viendo como su amiga asentía con la cabeza y los ojos medio cerrados – Joder, lo que me faltaba ya ¿Qué le has dicho?

– Nada, me ha tocado disimular y seguirle el rollo como si no supiera nada –confesó la rizada, viendo como su amiga relajaba los hombros y dejaba salir aire de sus labios –. Estaba pensando hasta en hacer una apuesta y no me queda de otra que seguir su tontería para que no sospeche nada.

– Joder, de verdad, hay que tener mala suerte – murmuró la pelirroja, moviéndose de una lado a otro –. No había nadie por los pasillos, era hora de clase, yo qué iba a saber...

– Rus, no te culpes, si no pasa nada.

– Nos han pillado, Bea y te recuerdo que es un internado de monjas – hizo énfasis en el "monjas" y bufó al acordarse de donde vivía y estudiaba, se enfadó más –. Supuestamente somos heteros.

– Mira, Rus, puede que no te hayas dado cuenta, pero aquí gente hetero hay muy poca – lo soltó costosamente, sabía que decir eso era tener que soltar los secretos de sus conocidos y amigos. Se mordió el labio inferior y observó la reacción de su amiga.

– ¿A qué te refieres con eso? –le preguntó.

– Álvaro no va a decir nada de lo vuestro porque él también se calla una cosa...– respondió la rizada y no esperó a que su amiga contestara con otra pregunta, se adelantó al ver las cejas alzadas de Ruslana – es bisexual y Martin está saliendo con Juanjo, así que si a alguno se le escapaba algo caen todos.

Amén - Ruski Donde viven las historias. Descúbrelo ahora