10. Tiempo al tiempo.

1.1K 91 16
                                    

NARRADOR.

Ambas chicas se adentraron en el pequeño cubículo del baño, Ruslana se encargó de cerrar la puerta rápido, pero en sigilo y con el cigarrillo aún desprendiendo humo de la punta desde sus labios. La pelirroja sintió que casi tuvo que obligar a Chiara a meterse allí junto a ella, atrapándola por los hombros y empujándola hacia la puerta abierta. Ruslana se llevó con lentitud su dedo índice hasta sus labios cerrados, indicando que guardara silencio y con el cigarro a un lado de su boca. Desde su sitio notó como la respiración de la pelinegra estaba acelerada por el miedo a ser pillada, no deberían estar ahí y lo sabían.

– No quiero que me pillen y estar castigada otra vez...– habló en un susurro casi inaudible y Ruslana como acto reflejo atrapó su boca y mejillas con la palma de su mano derecha y la contraria abrió los ojos con sorpresa y como demostración de su pequeño enfado al haber sido callada de esa forma, también frunció el ceño por unos segundos, pero relajó las facciones cuando conectó sus ojos con los de Ruslana.

Con paciencia y cuidado, la ucraniana subió lentamente la pierna hasta la altura del inodoro y ágilmente con la ayuda de la dureza de su zapato consiguió levantar la tapa lo suficiente como para colar dentro el cigarro y dejar que se ahogara en el agua y con su mano libre hizo lo posible para hacer desaparecer el humo del ambiente haciendo gestos exagerados con el brazo de un lado a otro. Chiara, en silencio y con la mano de Ruslana aún en su cara fue admirando cada expresión en el rostro de la pelirroja y observando cada uno de sus movimientos con preocupación y una gota de sudor que le repasaba la espalda.

Los cuerpos de las dos chicas no se relajaron y no dejaron de estar en alerta hasta que la puerta no se cerró nuevamente y la monja que había entrado para revisar el baño salió. La pelirroja suspiró mientras fue bajando la mano que tapaba la boca de Chiara y sin darse cuenta con ella repasó el pecho de la pelinegra hasta dejarla en su cintura sin generar presión ni agarrarla, simplemente estaba ahí, haciendo flaquear a Chiara del nerviosismo.

Se miraron al mismo tiempo a los ojos, la pelirroja tuvo el suficiente atrevimiento como para agarrar con firmeza la cintura de la chica y fue acercándose lentamente a su rostro.

– Lo mejor sería que nos fuéramos ya...– murmuró Chiara, notando un nudo en su garganta y una explosión de sentimientos en su pecho al tener tan cerca a la que ella consideraba la más guapa de todo el internado. Ruslana paseaba su mirada por el rostro de la de ojos verdes, fijándose en cómo pasaba la lengua por sus labios y sonrió con chulería antes de hablar.

– ¿Estás nerviosa, pija? – preguntó con la voz levemente ronca y una sonrisa ladeada que le fascinó a Chiara, no se reconocía a ella misma; se estaba pillando de la que le estaba jodiendo fuera y dentro de clases.

– Ruslana...– la pelinegra intentó hablar, pero la ucraniana esperó a que sus labios terminaran de decir su nombre para lanzarse a devorar sus rosados labios de una manera salvaje y Chiara no tardó más de dos segundos en caer en la tentación y corresponder al beso de la misma manera, pasando su mano por la nuca de la contraria, proporcionándole leves y poco notables caricias en la zona.

Ruslana dio dos cortos pasos y pegó la espalda de la contraria contra la pared blanquecina del cubículo, sin cortar el beso que habían iniciado y manoseando con sus dos manos toda la amplitud de su espalda baja y los costados de su torso, cuando el beso fue subiendo de intensidad también subía hasta su nuca y lados del cuello. Cuando los besos de Ruslana fueron bajando hasta el cuello, cada vez más húmedos y duraderos, Chiara le paró los pies por miedo a que el calentón del momento le dejara marcas que le metieran en problemas, así que la agarró de los hombros y la alejó con suavidad, dejando claro que la alejaba por miedo no porque quisiera parar.

Amén - Ruski Donde viven las historias. Descúbrelo ahora