NARRADOR.
Violeta caminaba con pasos rápidos y enfadados por los pasillos del internado, sudando y respirando agitadamente, no podía parar por mucho que quisiera. El enfado le consumía lentamente y detrás de ella se podía ver a una Salma nerviosa e intentando seguirle el ritmo a su amiga, que no se había parado a pensar en que ella también formaba parte del plan. Después de que la pelirroja revelara su idea para fastidiar a Ruslana y conseguir "ayudar" a su amiga Chiara se pusieron manos a la obra. Al día siguiente tuvieron uno de los mejores planes que se les podría haber ocurrido.
Corrieron escaleras hacia arriba, ganándose la atención de todos los jóvenes que descansaban en la planta de abajo y otros que les veían desde arriba, apoyados en la barra de seguridad de las escaleras.
– ¡Señoritas, no se corren por los pasillos y mucho menos por las escaleras! –el grito ensordecedor de una de las monjas que vigilaba la planta baja las hizo parar en seco y girarse lentamente para verla. Tenía el ceño fruncido y los brazos cruzados, una imagen bastante graciosa para ser una simple monja.
– Perdón, Hermana –se disculparon al unísono y siguieron con su camino, esta vez sin correr hasta que se adentraron en el pasillo de las habitaciones y cuando Violeta quedó cara a cara con una de las puertas tocó varias veces hasta escuchar una voz femenina ya reconocida y abrió la puerta para encontrarse a Naiara con otra chica rubia, seguramente su compañera de habitación.
Sus rostros fueron de pura confusión al ver a Salma y Violeta en su habitación.
– Nai, necesitamos tu ayuda con algo –la primera en hablar fue la pelirroja, que se adentró con Salma a la habitación y se quedó en medio, sin confianza.
– Claro, dime –habló la tatuada, dejando el libro que leía de lado y prestándole atención a las chicas– ¿Qué necesitáis, mis chicas?
– ¿Podríamos hablar a solas? Es bastante importante –preguntó y las miradas fueron directas a la otra chica presente, que sonrió sin mostrar los dientes y se encaminó a la puerta– Gracias.
– Bueno, ya estamos la tres. Me podéis contar, sin miedo –volvió a hablar Naiara y la pelirroja se sentó en su cama, a su lado y mirándola fijamente. Salma dio unos pasos más y se quedó de pie delante de ambas.
– ¿Sigues teniendo las llaves del almacén de la clase de arte? De cuando eras encargada del decorado de las obras de teatro –preguntó la pelirroja, sin dar más detalle ni más contexto, Naiara la miró confusa y se quedó pensativa.
– Creo que aún la tengo, sí. Se les olvidó pedírmelas y las guardé, las tengo en la mochila.
– ¿Nos las podrías dar un rato? –volvió a preguntar Violeta y a la contraria la situación cada vez le parecía más rara. Estaba más que dispuesta a pregunta el por qué de esa necesidad tan repentina y de pedir algo a cambio. En este colegio las cosas no eran gratis precisamente– Las necesito para esta tarde, en la cena te las podría devolver y tan tranquilas todas. Por favor, Nai.
– Pero, a ver –comenzó a hablar la chica, aguantando la risa al ver una escena tan incrédula en su habitación. De todo lo que pensaba que le podría pasar hoy, esto no entraba en sus planes– ¿Para qué cojones queréis vosotras las llaves? ¿Qué pensáis hacer o mejor dicho, qué vais a coger de allí? Si solo hay pinturas, carteles y disfraces.
– Mira, Nai, ahora no te lo podemos explicar. Es algo bastante secreto, pero te juro que te lo cuento nada más pase todo.
– ¿Nos vas a dar las llaves? –volvió a preguntar, esta vez Salma. Mostró su parte más impaciente, cosa que no molestó a Naiara porque conocía a su mejor amiga como la palma de su mano y la miró sonriendo de manera ladeada.
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Amén - Ruski
Fanfiction(Historia ficticia de Ruslana y Chiara) Ruslana es una rebelde considerada por sus padres, pero ella se ve como una auténtica rockstar; sale a escondidas de casa, tiene un círculo social que no la influye para nada bueno y se pasa todas las noches...