CAPITULO 3: TU SALVADOR, MI MAYOR ENEMIGO (05)

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Tobías ingresó a su oficina con completo desánimo. No podía faltar ese día; tenía que entregar unos balances a su jefe. Con la esperanza de que el estrés laboral lo distrajera, comenzó su trabajo. Sin embargo, a medida que avanzaba, su mente no hacía más que torturarlo con recuerdos de Makarena y su misterioso novio. Consumido por la frustración, dejó los balances con la secretaria de su jefe y salió a caminar, esperando distraerse por la zona. Iba tan absorto en sus pensamientos que ni siquiera sabía hacia dónde se dirigía; en su mente, solo existía ella, sus palabras, su sufrimiento y los consejos de sus amigos.

Joaquín estacionó el auto y se bajó apresuradamente para recibir a su desconcertada novia, quien ya había notado dónde se encontraban. Siguiéndole el juego, ella solo sonrió y, tomando su mano, caminó con él.

- ¿Qué hacemos aquí? - preguntó Makarena, fingiendo ignorancia.

- Pues, quería recordar contigo. - respondió Joaquín.

- ¿Ah sí? ¿Y qué es lo que tanto querías recordar? - inquirió Makarena.

- Uno de los días más felices de mi vida, cuando una hermosa señorita de unos quince o dieciséis años aceptó ser mi enamorada, a pesar de saber que sería una relación complicada, ya que teníamos prohibido estar juntos. - confesó Joaquín.

- Vaya, qué audaz era esa chica, parece que no le temía a los riesgos. - comentó Makarena.

- Por eso la amo. - susurró Joaquín al oído de Makarena.

- Y yo a ti. - dijo Makarena, girándose y besando a Joaquín.

- Quién diría que estaríamos aquí después de más de diez años. - reflexionó Joaquín.

- Si hubiera sabido todo lo que iba a suceder, habría tomado otras decisiones en mi vida, pero no cambiaría la de aquel día por nada del mundo, ya que viví unos meses maravillosos a tu lado. - Expresó Makarena.

- Para mí también fueron maravillosos. - Respondió Joaquín, abrazando la cintura de Makarena. Continuaron su paseo hasta llegar a un restaurante donde almorzaron, y después prosiguieron con su caminata.

- ¿Y ahora a dónde vamos? - Preguntó Makarena con entusiasmo.

- Quiero visitar los lugares a los que íbamos cuando manteníamos nuestro amor en secreto. - Propuso Joaquín.

- Entonces, ¿iremos a la playa? Deberías haberme avisado para vestirme diferente - comentó Makarena, observando su atuendo formal.

- Incluso así estás hermosa, mi amor - respondió Joaquín.

- Aun así, será incómodo caminar en la arena con esta falda - señaló Makarena, refiriéndose a su falda tubo.

- No te preocupes, preciosa, debe haber alguna tienda cerca. Compraremos algo allí - dijo Joaquín. Mientras caminaban, encontraron una boutique. Allí le compró un vestido corto de verano estampado, unas lindas sandalias y un sombrero de ala ancha. Joaquín también adquirió unos shorts, una camisa y unos mocasines. Después de pagar, él llevó las bolsas al auto mientras ella terminaba de vestirse. Finalmente, salieron de la tienda tomados de la mano, rumbo a la playa.

- Ahora sí te sientes cómoda, mi pequeña – dijo Joaquín.

- Sí, ahora sí. Vamos a donde tú quieras – respondió Makarena, dándole un beso en la mejilla.

- Entonces, vámonos al cuarto – propuso Joaquín con una sonrisa pícara.

- Bueno, si tú quieres – contestó Makarena, encogiéndose de hombros.

- Solo bromeaba. Vamos a la playa; quiero mostrar a mi hermosa novia – dijo Joaquín.

- Vamos, amor – dijo Makarena. Bajaron del puente y llegaron a la playa, se descalzaron y empezaron a caminar por la orilla hacia su lugar secreto.

TU, EL DUEÑO DE MI AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora