CAPITULO 3: TU SALVADOR, MI MAYOR ENEMIGO (09)

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Para la pena de Joaquín, no tuvo que esperar mucho para que estuviera lista, cuando volvimos al hotel, donde nos hospedábamos, Me llevó a una farmacia y compramos una pastilla de emergencia para mí, ya que aún estaba estudiando, decidimos esperar para tener un bebé al volver a la habitación, Toda la vergüenza, miedo y temores que me habían caracterizado hasta ese momento desaparecieron. Lo único en lo que podía pensar era en volver a estar entre sus brazos, situación que él aprovechaba para disipar los últimos vestigios de temor en mí cuerpo, cada cosa que él me hacía era mejor que la anterior, Casi no abandonamos la habitación durante varios días, solicitando comida en ella; él resultó ser la mejor terapia posible. Al regresar a Argentina, todos notaron mi transformación, excepto mi psicóloga, quien insistía en que aún me quedaba un largo camino por recorrer. Convencida de estar curada, empecé a ausentarme de mis sesiones, anhelando pasar tiempo a solas con Joaquín.

Al principio estaba feliz de compartir esos momentos conmigo, pero el hecho de que solo lo buscara para acostarme con él, Comenzó a preocuparse, aunque él intentaba hablar conmigo, yo solo me enojaba y decía que no quería estar conmigo, que solo lo hacía para complacerme; estaba muy equivocada. 

Buscó a mi psicóloga, quien le confesó que hacía dos meses que no asistía a mis sesiones y que ignoraba sus llamadas, así que planearon una cita para mí. Recuerdo que llegué muy feliz al departamento de Joaquín, me había vestido especialmente para la ocasión,  Pero al llegar, me llevé la sorpresa de que ambos me esperaban sentados en la sala.

- Hola Makarena, tiempo sin vernos -dijo mi psicóloga.

- Hola licenciada, ¿qué hace usted en el departamento de mi novio? -pregunté enojada, cruzándome de brazos.

- Vine a buscarte porque has estado evitando tus sesiones -me dijo con severidad.

- ¿Y por qué iría si ya estoy bien? -la reté, intente sentarme en las piernas de Joaquín, pero el sorpresivamente me sentó a su lado en el sofá.

- Compórtate un poco, por favor amor. –Dijo Joaquín, avergonzado.

- Fuiste tú quien la invitó a venir. –Le dije, mirando fijamente a Joaquín.

- Sí, y es porque no estás bien. –Respondió Joaquín, mirándome con tristeza.

- ¿Por qué demonios dicen que no estoy bien? Me siento mejor que nunca, y todo es gracias a ti, mi vida. –Le dije, tirando de su camisa para besarlo. Él correspondió el beso por unos segundos, pero luego me apartó.

- Sabía que esto sucedería. –Comentó la psicóloga.

- Si lo hubiera sabido, créame que habría evitado esto por más tiempo. –Dijo Joaquín, sintiéndose culpable.

- Es algo inevitable, y el regreso a la realidad depende de ella. –Explicó la psicóloga.

- ¿Podrían decirme algo? Siento que me están ignorando, hablan entre ustedes como si fuera invisible. Si no me quieren aquí, puedo irme –dije molesta.

- Estamos aquí por ti –respondió la psicóloga.

- Solo están perdiendo el tiempo. Hay chicas que realmente la necesitan y ustedes buscando a una paciente que ya está curada –dije con autosuficiencia.

- ¿Curada? ¿Acaso te dieron el alta? –preguntó la psicóloga.

- No, pero no es necesario. Ya superé mis miedos –dije contenta.

- ¿Estás segura de ello? –inquirió la psicóloga.

- Sí, y todo gracias al mejor novio del mundo, que además de todo..., es un semental en todo sentido. –Dije viendo con placer a Joaquín quien me desvió la mirada.

TU, EL DUEÑO DE MI AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora