CAPITULO 02: BUSCANDO TU PERDON (12)

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Makarena, ya lista para salir, tomó su bolso y salió del estacionamiento. Subió a su auto y condujo hasta un garaje cerca de la plaza, dejó su vehículo y caminó hacia su amiga, que la esperaba sentada frente a la catedral.

- Cualquiera podría confundirte con una niña -bromeó Makarena, al ver la postura infantil de su amiga.

- Es que me hiciste esperar, fue por aburrimiento -se defendió Alice.

- No mientas, siempre te sientas así, aunque solo te haga esperar un minuto -replicó Makarena.

- Dejemos eso, vamos a ver la película -propuso Alice, tirando del brazo a Makarena.

Juntas se dirigieron al cine, compraron boletos para una comedia romántica y se abastecieron de aperitivos y dulces. Dentro de la sala, disfrutaron entre risas y suspiros románticos. Al finalizar, Alice mencionó que Lucho vendría por ella. Se dirigieron a la salida y allí vieron al esposo de Alice, acompañado por un sonriente Tobías. Makarena, inquieta, detuvo a Alice.

- Alice, ¿qué hace Tobías aquí? -preguntó Makarena, sorprendida.

- ¿Tobías? ¿Dónde? -Alice miró confundida.

- Allá, en la puerta. ¿No lo ves? ¿Por qué no me dijiste que vendría con Lucho? Habría tomado otro camino -dijo Makarena, retrocediendo hacia el cine para salir por otra puerta.

- "Makarena, espera," la tomó del brazo, "cuando hablé con él, nunca mencioné que vendría al cine contigo. Creí que vendría solo, nunca imaginé que lo traería, después de todo lo que pasó. Lo último que quiero es que te sientas incómoda, yo no sabía nada," se justificó Alice.

- "Entonces, ¿qué hace aquí? Lo último que quiero es verlo ahora," expresó Makarena.

- "Lo sé, amiga, pero tarde o temprano tendrás que enfrentarlo, ¿no crees?" sugirió Alice.

- "Sí, pero prefiero que sea más tarde que temprano," intentó Makarena zafarse de su amiga.

- "Si te vas ahora, parecerás una cobarde. ¿Crees que no te ha visto?" insistió Alice.

- "Sí, pero..." titubeó Makarena.

- "Pero nada, yo estaré contigo," afirmó Alice.

- (Suspiro) "Está bien, vamos," accedió Makarena, dejándose guiar por Alice hacia los dos chicos.

La ansiedad de Makarena aumentó, aunque se esforzó por ocultarla. Al acercarse, ellos se adelantaron para saludar. Makarena, una vez más, rechazó el saludo de Tobías, quien la miró con cierta melancolía.

- "Hola, mi amor," dijo Lucho, besando a su esposa.

- "Hola, amor. Una pregunta, ¿por qué viniste con Tobías? Pensé que vendrías solo," preguntó Alice, algo intrigada, al oído de Lucho.

- "Amor, no podía dejarlo solo, ha estado muy mal, ya sabes a qué me refiero," susurró Lucho al oído de su esposa.

- "¡Ah! Comprendo," dijo Alice, mirando junto a su esposo a la otra pareja, que tensaba el ambiente.

- "¿Qué tal si caminamos un poco?" propuso Lucho.

- "Por mí, está bien," aceptó Makarena.

A lo largo de aquel jirón, se veía a una pareja de esposos sonriendo felices, y detrás de ellos, dos jóvenes tensos que evitaban mirarse, respondiendo lo justo a la conversación, sin lograr aliviar la tensión. Finalmente, agotados de intentar, entraron a una pollería para cenar.

- "Buenas noches, ¿qué desean ordenar?" preguntó el mesero.

- "Nos gustaría una parrillada, con gaseosa y ensalada", respondió Alice señalando en la carta.

TU, EL DUEÑO DE MI AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora