CAPITULO 4: JUGANDO LA ULTIMA CARTA A TU CORAZON (07)

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- Felicidades, amiga, vas a ser madre de un hermoso bebé. -dijo Alice, abrazando a Makarena, quien estaba asombrada.

- Ahora debemos estabilizarla. Su hemograma no es completamente favorable para una embarazada; parece que no se ha alimentado bien. Por lo tanto, debemos administrarle vitaminas intravenosas y mantenerla en observación al menos dos días para prevenir complicaciones. -explicó el doctor. Al no obtener respuesta de la joven, salió de la habitación, dejando instrucciones a la enfermera para que iniciara el tratamiento.

- Makarena, ¿puedes decir algo? Pareces ausente desde hace un rato. - dijo Alice, sacudiendo suavemente a su amiga, quien empezó a llorar.

- No puedo creerlo, un bebé. - murmuró Makarena entre lágrimas.

- Sí, amiga, tendrás un bebé del hombre que amas. - consoló Alice, abrazando a Makarena.

- Él me dejó, dijo que no podía con esto, con lo de Tobías, y ahora, voy a tener un bebé, ¿qué haré? - expresó Makarena.

- ¿Qué harás? Obviamente, debes hablar con él, decirle que va a ser padre. No creo que sea tan insensible como para abandonar a su propio hijo. - afirmó Alice.

- Nunca lo haría, sé cuánto desea ser padre, pero siempre lo evitamos por mí. Sin embargo, siento que no sería justo, no puedo obligarlo a quedarse conmigo solo porque estoy embarazada. - dijo Makarena.

- No lo estarías obligando, Makarena. A pesar de todo, él te ama, más de lo que imaginas. No entiendo por qué piensas lo contrario. - insistió Alice.

- Por todo lo que me dijo, sé que lo hizo buscando mi felicidad, pero me duele que no me escuchara. ¿Cómo le digo esto ahora? Tal vez ni siquiera crea que el bebé es suyo. La verdad, no sé qué pensar. - confesó Makarena entre sollozos.

Alice continuó acariciando su espalda, brindándole consuelo.

Tobías no había logrado contactar a Makarena, por lo que llamó a Alice, quien tampoco respondió. Decidió entonces llamar a Lucho, quien le informó que Alice estaba con Makarena en una clínica en Miraflores. Sin necesitar más detalles, Tobías salió corriendo en su búsqueda. Llegó pasadas las 10 de la noche, preguntó por ella y le permitieron pasar a su habitación. Alice dormía a un lado, mientras Makarena, recostada en la camilla, buscaba algo para ver en el televisor.

- Hola, preciosa –dijo Tobías, cerrando la puerta detrás de él.

- Tobías, ¿qué haces aquí? –preguntó Alice, sorprendiendo a Makarena.

- Lucho me dijo que estaban aquí. No sabía que ella estaba mal, ¿por qué no me llamaste de inmediato? –Tobías expresó con enojo.

- ¿Y por qué lo haría? ¿Qué eres tú para ella como para decírtelo? –replicó Alice, también enojada.

- Eso no te importa, solo tenías que decírmelo –exclamó Tobías, elevando la voz.

- Vete al diablo –le espetó Alice.

- No me fastidies –respondió Tobías.

- Mataré a Lucho por chismoso –amenazó Alice.

- Él sí es un verdadero amigo, no como tú –rebató Tobías.

- ¿Podrían callarse los dos? –exclamó Makarena, harta de la discusión.

- Si quieres, amiga, lo echo –ofreció Alice.

- No, déjalo. Mejor aún, déjanos solos –solicitó Makarena, sorprendiendo a ambos.

- ¿Estás segura? –preguntó Alice.

- Sí, no te preocupes, estaré bien –aseguró Makarena. Alice salió del cuarto y cerró la puerta tras ella, para luego sentarse en la sala de espera.

TU, EL DUEÑO DE MI AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora