CAPITULO 4: JUGANDO LA ULTIMA CARTA A TU CORAZON (01)

3 2 7
                                    

Al llegar a casa, Joaquín pasó horas consolando a Makarena, quien lloraba y se lamentaba. Él entendía que necesitaba liberar sus emociones, así que la dejó llorar hasta que se durmió. Joaquín se quedó pensativo sobre los eventos recientes. A la mañana siguiente, despertaron juntos sin haber hablado de lo ocurrido con Tobías. Makarena se levantó y fue a preparar el desayuno. Minutos más tarde, Joaquín se acercó a la isla de la cocina, observándola atentamente.

- ¿Quieres hablar? – preguntó Makarena, sin apartar la vista del sartén.

- Solo si tú estás lista, de lo contrario, esperaré el tiempo que necesites. – respondió Joaquín.

- ¿Por qué no lo dices de una vez? A veces es mejor escuchar la verdad, aunque duela. – replicó Makarena.

- ¿Estás enojada? – preguntó Joaquín, sorprendido por su tono.

- No es que parezca, es que realmente estoy molesta porque no me dices nada. Lo de ayer te molestó, lo sé, pero como siempre, solo te callas y esperas a que yo hable. Si tienes algo que decirme, dilo (lo miro de frente), no soy un objeto de vidrio que se va a romper. Amor, te agradecí hasta el cansancio por tu paciencia cuando estaba mal, pero eso fue hace muchos años, Joaquín. Y no significa que porque en ese tiempo me puse mal, ahora me pondré igual. Así que, por favor, comportémonos como siempre. Siento como si me tuvieras lástima o pena. – Dijo Makarena, bajando su mirada y volteándose para sacar las cosas de la sartén, y en ese momento, Joaquín la abrazó por la cintura.

- Amor, perdóname, de verdad. Ayer, al verte tan afectada por lo que pasó, tuve miedo. Verte ahí, presa del terror al escuchar sus palabras, y peor aún, que mis palabras no pudieran hacerte reaccionar, me hizo temer perder de nuevo, volver a aquel tiempo cuando te encontré en Argentina. Tuve miedo de que se repitiera el escenario, de sentirte lejana estando tan cerca, pero más que nada, tenía miedo de que volvieras a sentir ese dolor. – Dijo Joaquín.

- No puedo negar que realmente tuve miedo, especialmente cuando él se acercó, pero confiaba en ti, sabía que llegarías. Luego, cuando él habló, me sumí en mis pensamientos, pero aún así podía oírte, sé que no fue lo correcto, pero me protegiste. – Expresó Makarena.

- Al verlos, por un instante creí que era demasiado tarde, hasta que oí tus gritos. – Comentó Joaquín.

- Así que, si no me oías gritar, ¿pensabas acaso que él y yo...? No puedo creer que pienses que aceptaría un beso de otra persona, y menos de él. – Dijo Makarena, visiblemente molesta.

- Mi amor, conozco lo que sucedió entre ustedes y los sentimientos que tenías por él. Al verlo tan cerca, por un momento pensé que tal vez esos sentimientos habían vuelto. – Joaquín dijo, bajando la mirada.

- Joaquín (se acercó a él), yo te amo, y si alguna vez esos sentimientos cambiasen, sería la primera en decírtelo, eso es lo que acordamos, ¿no? – Makarena lo miró fijamente, y Joaquín solo asintió con la cabeza.

- Así quedamos, pero la verdad es que no puedo confiar en él. No sé, tengo la sensación de que hará todo lo posible por separarnos. – Dijo Joaquín.

- Lo sé, por eso te pido que confíes en mí. – Respondió Makarena.

- Y, ¿por qué no lo haría? – Preguntó Joaquín.

- No lo sé, pero siempre es bueno aclarar las cosas. – Afirmó Makarena.

- ¿Te sientes bien después de lo que pasó? – Preguntó Joaquín.

- Aunque no lo parezca, sí, me siento mucho mejor, especialmente porque estás a mi lado. – Dijo Makarena, abrazándolo con fuerza.

- Bueno amor, desayunemos y volvamos a la cama, ¿te parece? – Propuso Joaquín, con una sonrisa pícara.

TU, EL DUEÑO DE MI AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora