4: Un pequeño secreto.

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El pequeño albino se encontraba perdido en sus pensamientos

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El pequeño albino se encontraba perdido en sus pensamientos. Era hora del receso, y, como siempre, estaba solo.

Aunque, últimamente, esos tres chicos se habían acercado más a él, comían juntos, jugaban juntos, platicaban juntos, entre otras cosas. Él ya no sabía como llamarle a eso, si amistad o sólo ser compañeros.

Fue en ese momento que sintió que alguien se sentaba a su lado. Pudo imaginar que eran los tres chicos que siempre andaban con él, y lo comprobó cuando escuchó la voz de la chica.

—Hola, Jouno, ¿cómo va todo? —abrió su jugo para tomarlo.

—Bien...

—Yo también —dijo la chica.

—¿A qué vamos a jugar hoy? —preguntó el pelirrojo.

—¿Y si vamos a los columpios? —sugirió el azabache, echándole azúcar a su arroz.

—Me parece bien —accedió Teruko —. ¿Y tú, Jouno? ¿Te parece?

—Sí... ¿Y por qué huele a arroz con azúcar?

—Tetcho suele hacer esas combinaciones con su comida, ¿acaso no lo ves?

El albino se quedó callado por las palabras del chico. Ellos no lo sabían, nadie más que la maestra lo sabía, en esa escuela.

El silencio pareció haber dado una respuesta, pero, claramente, siempre hay alguien que no logra entender nunca.

—¿Eres ciego? —preguntó el pequeño azabache.

Otro silencio, uno que parecía haber dado respuesta, pero el de ojos ámbar no parecía entender aún.

—Nunca creí decirle a alguien —se atrevió a hablar el albino —. Tal vez era muy obvio, pero sí, lo soy... —confesó.

Ninguno sabía que decir, fue el impulso de abrazarlo que tuvo el azabache el que alivió el ambiente.

—Eso no importa, ¿verdad? Aún seguimos siendo amigos... —dijo.

—Tetcho tiene razón —apoyó Tachihara.

El de mechas rojas aún procesaba lo dicho. ¿Lo habían llamado amigo? ¿Eran amigos? Al fin tenía a personas que podría llamar por el término «amigo».

—Bien, dejemos este tema de lado —habló la pelirroja —. No hay que incomodarlo.

Los otros tres aceptaron. Decidieron ir a los columpios aprovechando que estaban desocupados. La chica eligió uno primero, hicieron el trato de que dos se subían y los otros dos los empujaban, y después sería viceversa.

Jouno fue el segundo en elegir columpio. Tachihara empujaría a Teruko, y Tetcho a Jouno. Cuando empezaron a balancearse, la chica soltaba gritos de alegría, mientras que el albino seguía normal.

—¿Acaso no te emociona? —preguntó el azabache hacia el de mechas rojas.

—No lo sé...

—Creo que ya sé en que te podrás divertir —frenó el columpio, bajando al chico —. Ustedes jueguen aquí, nosotros ahorita volvemos.

El de ojos ámbar tomó la mano del pequeño albino y se lo llevó a otra zona de juegos. Llegaron a la zona, había un pasamanos, un sube y baja, hasta una pequeña rueda donde te subías y podías girarla.

—¿Dónde estamos? —preguntó el albino.

—En otra zona de juegos —respondió —. Tienes que intentar el pasamanos.

El contrario le hizo caso. Tetcho lo ayudó a subir el juego, también le dió las instrucciones para que el albino supiera que hacer.

—Me voy a caer —el de mechas rojas balanceaba sus piernas, pues creía que iba a caer en algún momento.

Ya estaba en el aire, y no tenía forma de bajar, así que decidió seguir recorriendo el juego hasta llegar al otro extremo y bajar.

—Si te caes, yo te atrapo.

—No creo que pue- —se distrajo, provocando que su mano resbalara y cayera.

Ya se imaginaba el golpe, pero fué agarrado por alguien. Se sorprendió al darse cuenta de que era Tetcho quien lo había atrapado, podía ser un niño, pero tenía fuerza.

—¿Estás bien? —preguntó el contrario, estando demasiado cerca del rostro del chico.

—Sí... —apartó su rostro.

Se quedaron así un par de segundos hasta que se dieron cuenta de que era tiempo de volver al salón.

✶◇✮◇✶

La hora de salida había llegado, los padres volvían a recoger a sus hijos. Ese día, Tetcho y Jouno salieron de la escuela platicando.

Fue cuando llegaron con sus madres, quienes, casualmente, también se encontraban platicando. Los dos niños fueron directos a abrazar a sus madres, quienes les correspondieron el abrazo.

—Tetcho, cariño —habló la madre del azabache —, veo que te llevas con el hijo de mi mejor amiga.

—¿Mejor amiga? —el azabache volteó hacia la madre de Jouno.

—Sí. Te la presento —se acercó a su amiga —. Ella es Ren, mi mejor amiga y madre de tu amigo.

—Exacto. Y, Jouno —llamó Ren a su hijo —. La que me presentó, se llama Karen, es mamá de Tetcho.

Ambos niños parecían confundidos, de lo único que estaban seguros era de que fue mucha coincidencia que, justamente, sus madres fueran mejores amigas.

Entre Karen y Tetcho no había muchas diferencias, ambos tenían el cabello castaño oscuro y ojos color ámbar. Por otra parte, Ren y Jouno tenían sus diferencias, por ejemplo, el albino sólo tenía las puntas color rojo, mientras que su madre tenía todo el cabello pelirrojo. Además, los ojos de la mayor eran de un color rojo bajo, pero, debido a la discapacidad del menor, este no tenía aquellos.

Algo que no sabían los dos pequeños era que, desde ese momento, tendrían que pasar más tiempo juntos, pues sus madres empezarían a reunirse más seguido.

Y no sabían que iban a llegar a amar tanto el tiempo que pasarían juntos.

◇✦♡「 𝙲𝙾𝙽𝚃𝙸𝙽𝚄𝙰𝚁𝙰́ 」♡✦◇

Siendo sincero, este capítulo no me gusta mucho, pero espero y lo hayan disfrutado.

Siguiente capítulo: 24 de julio.

¿Me seguirías amando si...? [Suegiku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora