7: ¿Bueno para nada?

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Jouno estaba sudando, se sentía demasiado cansado y sus piernas dolían

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Jouno estaba sudando, se sentía demasiado cansado y sus piernas dolían. Sentía que en cualquier momento terminaría desplomándose en el suelo.

Había estado desde toda la mañana ordenando su casa, limpió su cuarto, el de sus padres, la cocina, el baño, la sala, el patio, todos los lugares menos el ático, ese lugar estaba prohibido para él y su madre, sólo su padre podía entrar.

Se apoyó un poco en el sofá de la sala, intentando no derrumbarse al suelo por los mareos generados, hacía mucho calor y el sol estaba terriblemente potente.

Se concentró tanto en recuperarse que no alcanzó a escuchar a su padre llegando al lugar.

—¿Otra vez no haciendo nada? Eres un flojo, no haces nada —reclamó, acercándose al chico.

—El que no hace nada eres tú... —susurró.

—¡¿Qué dijiste?!

—¡Nada! —se alejó un poco para evitar un posible golpe.

—Repite lo que dijiste, no seas una gallina —lo tomó del brazo.

—N-nada... Sólo que yo ya he estado limpiando toda la mañana y...

No pudo terminar la frase ya que recibió una cachetada por parte de su padre.

—¡Ya deja de ser un maldito flojo! —lo agarró del cuello de su camisa —. No haces nada, no sabes hacer nada.

—Y-yo... Lo siento... N-no era mi intención ser un flojo... —agachó su cabeza para ocultar sus lágrimas, su voz sonaba quebrada.

—¡Pues ponte a limpiar más! —lo soltó, bruscamente —. No seas un inútil como tu madre.

Eso si no se lo perdonaba.

Podía meterse con él, pero con su madre nadie podía.

—¡No le vuelvas a decir así! ¡Ella no es una inútil! ¡Tú lo eres! —se arrepintió de haber dicho lo último cuando escuchó los latidos de su padre cambiar —. ¡No quize decir eso! ¡Perdón!

—Parece que necesitas una lección para aprender a respetarme —lo agarró fuertemente del brazo y lo subió al cuarto del chico.

El de mechas rojas sólo trataba de liberarse y decirle que no había sido su intención, que lo perdonara, pero no conseguía resultados positivos.

Cuando llegaron a su habitación, Jouno fué lanzado con fuerza al interior de su cuarto, intentó no tropezar con nada, pero terminó callendo al piso.

Escuchó a su padre en la habitación de al lado buscando algo, hasta que reconoció un sonido familiar.

Logró escuchar el cinturón de su padre, ese al que tanto le temía.

—Ahora sí aprenderás a respetarme.

—¡Perdón! ¡En serio no fué mi intención! —intentó levantarse, pero terminó callendo, nuevamente.

Sus lágrimas se hicieron más fuertes al sentir el cinturón haciendo contacto con su piel miles de veces. Cada golpe era más fuerte que el anterior, sentía que la sangre empezaba a brotar de sus brazos y espalda.

Todo su cuerpo ardía, su padre lo había dejado ahí tirado, no podía moverse mucho, sentía todo su cuerpo doler y arder.

✶◇✮◇✶

—Tranquilo, cariño, ya estoy aquí.

Ren abrazaba a su hijo mientras este sólo lloraba al recordar lo que su padre le había hecho. Cuando llegó a casa, la mayor lo primero que hizo fué buscar un botiquín para curar a su hijo, el cual estaba muy lastimado.

—A-arde... —informó el albino, con un tartamudeo.

—Yo lo sé... —acarició su mejilla —. Lamento tanto haberte dejando sólo con él, si tan sólo yo hubiera sido más precavida...

—No digas eso —el menor tomó a su madre de los hombros —. Tu trabajo siempre será más importante que yo, fué una emergencia, no podías quedarte aquí sólo por mí.

—Pude haberte llevado —la mayor agachó su cabeza —. Volteate, cariño, tengo que curarte las heridas de tu espalda.

El de mechas rojas hizo lo ordenado, sus brazos ya habían sido atendidos por su madre, lo único que faltaba era su espalda.

Ren empezó a aplicar un poco de alcohol en las heridas, provocando que Jouno soltara algunos quejidos de dolor. Después de desinfectar las heridas, aplicó un poco de pomada para los golpes y vendó su torso.

—Ya no quiero seguir así... —se atrevió a hablar el albino —. Sé que es mi papá, pero...

—Lo sé, lo sé... —volteó nuevamente a su hijo —. Pero te prometo que, algún día, seremos libres... Sólo dame un poco más de tiempo para ahorrar e irnos de esta ciudad —apoyó sus manos en sus hombros.

Esa era la misma promesa de hace meses, sabía que su mamá la quería cumplir, pero su padre siempre terminaba robándose el dinero ahorrado para comprar su alcohol.

Él tenía esperanza de que podría ser feliz y libre en algún momento, sabía que esa promesa se haría realidad... Aunque no era necesario dejar la cuidad, pues ambos tenían personas importantes ahí.

Ambos escucharon al padre entrar en la habitación, lo que hizo que guardaran silencio de inmediato.

—¿De qué hablaban? —interrogó.

—De nada, amor —la mayor recuperó su postura —. Creo que deberías descansar —se dirigió hacia Jouno.

—Está bien... —mantenía la cabeza agachada.

—¿Cómo que descansar? Él no hace nada —el señor apunta al chico.

—Claro que lo hace, que no te des cuenta no es mi problema —le respondió Ren, con una mirada seria.

—¡Tú te callas! —le dió una cachetada —. Él es igual que tú: un inútil.

—¡No la trates así! —el menor se atrevió a entrar en la discusión.

—¡Callate, bueno para nada!

—¡No le hables así a tu hijo! —Ren se colocó enfrente del chico para protegerlo.

Y ahí iban otra vez, otra discusión se hizo presente. En fin, ya se había acostumbrado con el paso del tiempo.

Su madre salió de la habitación con el propósito de que su marido haga lo mismo y dejen al chico solo. Jouno aún no entendía el porqué su madre lo defendía si el no valía la pena...

Lo hacía sentir más mal sabiendo que su madre también sufría maltrato por parte de su padre... y por su culpa. Cuando Ren quería defender a Jouno, su padre siempre la terminaba golpeando.

Se sentía culpable por toda la situación, hasta llegó a pensar que él era el problema, que si no hubiera nacido todo hubiera sido mejor.

Él sólo quería ser amado, no sólo por su madre, quería saber si habría un alguien que lo amara como su madre...

No sabía que esa persona ya estaba en su vida, sólo que faltaba darse cuenta.

◇✦♡「 𝙲𝙾𝙽𝚃𝙸𝙽𝚄𝙰𝚁𝙰́ 」♡✦◇

Próximo capítulo: 30 de julio.

¿Me seguirías amando si...? [Suegiku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora