Capítulo 3

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Seis horas. Seis interminables horas desde que Eddie desapareció por mi culpa, y cada minuto que pasaba sin noticias de él aumentaba mi desesperación. Mis manos temblaban mientras intentaba concentrarme en mis tareas en la estación, pero mi mente seguía atormentada por pensamientos oscuros y temores crecientes.

Decidí ir a hablar con Carla, necesitaba asegurarme de que Chris estuviera en buenas manos mientras yo lidiaba con esta crisis. Sin embargo, incluso esa simple tarea parecía abrumadora en mi estado de angustia y desorientación.

— Carla, ¿podrías cuidar de Chris esta noche? — pregunté, luchando por mantener la calma en mi voz mientras me esforzaba por no dejar que mi ansiedad me consumiera por completo.

Carla asintió con preocupación, sus ojos llenos de compasión mientras veía mi estado de ánimo evidentemente alterado. — Por supuesto, Buck. Haré todo lo posible por Chris. Pero ¿estás bien?

No pude evitar sentir un nudo en mi garganta mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que estaba pasando. — No lo sé, Carla. Todo está tan confuso en este momento. Solo necesito encontrar a Eddie.

Con un suspiro, me despedí de Carla y regresé a mis deberes en la estación, pero cada tarea parecía una montaña insuperable en mi mente atormentada. Las cosas comenzaron a salir mal, mis acciones torpes y mi juicio nublado por la ansiedad y la culpa que me consumían.

Fue entonces cuando Hen se acercó a mí, su expresión seria mientras me miraba fijamente. — Buck, necesitas calmarte. No puedes permitir que esta situación te supere. Si no te cuidas a ti mismo, no podrás ayudar a Eddie.

Sus palabras resonaron en mi mente, un recordatorio de que debía mantener la compostura incluso en medio del caos. Respiré profundamente, tratando de encontrar la calma en medio de la tormenta que azotaba mi mente.

Hen me ofreció una sonrisa de aliento antes de alejarse, dejándome solo con mis pensamientos turbulentos. Sabía que tenía que encontrar una manera de superar esta tormenta interior si quería tener alguna esperanza de encontrar a Eddie sano y salvo.

El resto del turno transcurrió en un torbellino de ansiedad y preocupación, cada minuto arrastrándose agonizantemente mientras esperábamos noticias de Eddie. Intenté mantenerme ocupado, centrando mi atención en las tareas en la estación, pero mi mente seguía atormentada por la incertidumbre y el miedo.

Fue entonces cuando recibimos la llamada de Athena, y su voz tensa nos llenó de temor. La chaqueta de bombero de Eddie había sido encontrada, manchada de sangre. La noticia golpeó como un golpe en el estómago, dejando un silencio sombrío en la habitación.

Bobby parecía tan preocupado como yo, su expresión grave mientras absorbíamos la gravedad de la situación. Pero para mí, la noticia fue como un puñal en el corazón, una confirmación tangible de mis peores temores.

No sabía qué hacer. Mi mente estaba en blanco, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho mientras luchaba por procesar lo que significaba esta nueva revelación. Mi mejor amigo estaba herido, tal vez incluso en peligro, todo por tratar de salvarme.

El peso de la culpabilidad me aplastaba, haciéndome sentir más impotente que nunca. Si tan solo hubiera sido más cuidadoso, si tan solo hubiera avisado a tiempo a Bobby. Pero ahora era demasiado tarde para los arrepentimientos.

Cada segundo se sentía como una eternidad, cada respiración un recordatorio constante de lo frágil que era la vida. Mis manos temblaban mientras esperaba ansiosamente cualquier noticia, cualquier indicio de que Eddie estaba a salvo.

Llegué a la casa de Eddie con el corazón en un puño, la ansiedad retorciéndose en mi interior mientras me preparaba para enfrentar una vez más la difícil tarea de cuidar de Chris en medio de la incertidumbre.

911: BorderlineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora