Capítulo 30

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Al llegar a la estación con Eddie, me invadía una mezcla de nerviosismo y emoción. Habíamos acordado darnos unos días antes de contarle a todos que estábamos juntos. Ambos sabíamos que nuestras recientes peleas podían haber dejado a nuestros amigos un poco confundidos, y no queríamos que se malinterpretara nuestra relación.

Mientras nos dirigíamos hacia la entrada, aproveché un momento en que nadie nos miraba. Le di una palmada en el trasero a Eddie, sintiendo su músculo firme bajo mi mano, y me acerqué a su oído, susurrándole — Muero por besarte.

Eddie se tensó ligeramente, sorprendido por mi atrevimiento, pero luego me lanzó una sonrisa cómplice — Más tarde — susurró de vuelta, su voz suave y cargada de promesas. Llegamos a la estación y me sentí envuelto en la familiaridad de nuestro entorno de trabajo. Saludé a Bobby, Hen, Chimney y Ravi, quien llegaba algo tarde, con una sonrisa amplia en el rostro. A pesar de la tensión de nuestra situación personal, el trabajo siempre lograba centrarme.

— ¡Hola, chicos! — dije, notando la leve mirada curiosa de Hen, siempre perceptiva a los cambios en la dinámica del equipo.

Ravi entró apresurado, disculpándose por su tardanza, y justo cuando todos empezábamos a acomodarnos, sonó la alarma de emergencia.

— ¡Incendio cerca de la estación! — anunció Bobby con su tono autoritario y sereno. Inmediatamente, todos nos movilizamos hacia el camión.

La adrenalina comenzó a correr por mis venas mientras nos preparábamos para salir. Subí al camión al lado de Eddie, intercambiando una rápida mirada de complicidad antes de centrarnos en la misión que teníamos por delante.

Mientras el camión rugía por las calles, mi mente se enfocó en lo que siempre había sido nuestra prioridad: salvar vidas y proteger a nuestra comunidad. Sin embargo, no podía evitar sentir una chispa adicional de motivación, sabiendo que Eddie y yo estábamos enfrentando esta emergencia juntos, no solo como compañeros de trabajo, sino como dos personas que se aman

La llamada de emergencia nos llevó a un edificio en llamas, y apenas llegamos, el caos del incendio se hizo evidente. Las llamas devoraban el interior del edificio mientras el humo se elevaba en densas columnas.

— ¡Vamos, chicos, muévanse rápido! — gritó Bobby, coordinando nuestras acciones con su usual eficiencia.

Me abrí camino entre el humo, escuchando los gritos y llantos de los residentes que intentaban salir. En uno de los apartamentos del primer piso, encontré a una abuela, asustada y con dificultades para moverse.

— Tranquila, señora. Estoy aquí para ayudarla — le dije, tomándola suavemente del brazo y guiándola hacia la salida.

— Mi gato... — murmuró, deteniéndose en seco — Mi gato está adentro.

Internamente, solté una risa leve, pensando en cómo siempre parecía haber un gato involucrado en situaciones como esta.

— No se preocupe, lo encontraremos — le aseguré, intercambiando una mirada con Eddie que rápidamente comprendió la situación.

Con Eddie a mi lado, volvimos al apartamento. El humo era espeso y las llamas amenazaban con cortar nuestro camino, pero avanzamos decididos. Abrí la puerta del apartamento y comenzamos a buscar al gato.

— ¡Aquí, gatito! — llamé, sabiendo que el tiempo era crucial.

Finalmente, Eddie lo vio primero, escondido debajo de una mesa. Lo recogió con cuidado, protegiéndolo del calor y el humo.

— ¡Lo tenemos! — anunció Eddie, y ambos nos dirigimos rápidamente hacia la salida.

Al salir del edificio, ambos estábamos cubiertos de cenizas, pero sonreímos aliviados al ver a la abuela esperando con ansias. Entregamos el gato, y ella lo abrazó con lágrimas de gratitud.

911: BorderlineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora