✏cinco✏

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Midoriya avanzaba a paso firme calle abajo, ansioso pero también algo nervioso. La visita de su hermanastra siempre le provocaba cierto desasosiego.

Llevaba ropa cómoda como había acordado con su madre, para pasar la tarde en casa antes de regresar al dormitorio. Esperaba su llegada no causara mayores problemas.

Al doblar la esquina divisó finalmente su hogar, inspirando profundo para armarse de valor. Llamó a la puerta con suavidad, aguardando la respuesta de Inko desde el otro lado.

-¡Ya voy hijo! -se oyó el simpático canturreo de su madre acercándose.

La puerta se abrió revelando a Inko, quien le dedicó una cálida sonrisa. -Pasa, tu hermana te está esperando -lo invitó con dulzura, dándole un beso en la mejilla.

Midoriya asintió, descalzándose los zapatos con cuidado antes de dirigirse al living. Allí ya la divisó, aguardando pacientemente en el sofá.

Trago saliva y esbozó una pequeña sonrisa cordial. -H-Hola M-miko...-saludó tímidamente.

-Hola,I-izuku-Hablo de igual forma con cierto nervio-

Midoriya notó cierta incomodidad en la postura de su hermanastra, similares nervios a los suyos. Siempre había estado lejos de ella desde niños, apenas conociéndose medianamente.

-H-Hola -repitió con suavidad-. Me alegro poder conocerte mejor ahora.

Le dedicó una pequeña sonrisa para infundir confianza. A pesar de los años separados, compartían lazos de sangre. Quería que la visita fuera grata para ambos.

-Estoy segura de que podremos llevarnos bien -siguió diciendo con firme determinación-. La familia es importante.

Dirigió una mirada cálida a Inko, agradecido por todo lo que hacía por unirlos. Luego volvió a centrarse en su hermano.

-Y.... ¿Si comemos algo? -

-C-claro-Comenzo a jugar nervioso con sus manos-

Midoriya notó sus propias manos inquietas y las ocultó detrás de su espalda para tranquilizarse. Sabía que su ansiedad muchas veces era perceptible en forma de pequeños tics.

-Tranquilo -rió suave Inko desde la cocina-. Veré qué les preparo para merendar.

Giró de nuevo hacia su hermanastra, dedicándole una mirada amable. -¿Hay algo que te gusta en especial? La cocina de mamá es la mejor.

Quería ponerla cómoda y relajar la situación. Por ello se esforzó en mantener un semblante cordial y rasgos suaves.

-Vamos al jardín si gustas -sugirió con calidez-. El aire fresco ayudará a distender el ambiente. Podemos platicar de nuestras vidas hasta el momento, si te parece buena idea.

Esperaba la propuesta lograra aminorar la tensión entre ambos. Sólo el diálogo parecía el camino para entablar nuevas dinámicas.

-¡Claro!-Sonrio-

El rostro de Midoriya se iluminó al ver la tierna sonrisa de su hermanastra.

-Perfecto -asintió con dulzura, devolviéndole el gesto-. Sígueme, está por aquí.

La guió hacia la puerta corrediza del jardín. El verde césped y el aroma de las flores siempre lo reconfortaban.

-Es un lindo lugar, ¿no crees? -comentó respirando hondo-. Mamá lo mantiene precioso.

Ambos se sentaron sobre la fresca hierba, disfrutando de la brisa primaveral. Midoriya jugaba distraídamente con algunas margaritas, pensando cómo romper el hielo.

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