✏Diez✏

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Shoto estaba sentado en el marco de la ventana, comiendo soba distraídamente mientras el atardecer se teñía con preciosos tonos anaranjados en el cielo.

Pero no podía disfrutar del paisaje. Su mente solo daba vueltas al recuerdo de lo ocurrido con Izuku en el taller...sus labios, su huida arrepentida.

Shoto dejó el cartón de soba a un lado, sin apetito. Se pasó una mano por el cabello bicolor, frustrado.

-Soy un idiota -musitó entre dientes-. Lo asusté...

Recordaba la timidez en la mirada esmeralda de Izuku. Su inesperada reacción huyendo en pánico. Se odiaba a sí mismo por forzar las cosas sin pensar en los sentimientos ajenos.

Chasqueó la lengua, enfadado. No, no iba a darse por vencido tan fácil. Mañana hablaría con Midoriya, se disculparía y escucharía lo que tuviera que decir. Quería comprenderlo, apoyarlo en su vergüenza si fuera necesario.

Después de todo, había descubierto que el pecoso le robaba el aliento. Y si Izuku aún sentía algo por él a pesar de todo, lucharía cada día por hacerlo feliz.

Shoto sintió que sus mejillas se calentaban al recordar el breve contacto de sus labios con los de Izuku. Aún podía percibir el cálido sabor de su boca, logrando que sus latidos se aceleraran.

-Maldita sea... -murmuró llevándose los dedos a los labios, como queriendo retener el recuerdo de esa exquisita caricia.

Se dejó caer sobre la cama, frustrado por sentirse tan embobado. Sin embargo, no podía culparse del todo. Desde hace tiempo había estado luchando por no prestar atención a lo adorable que le parecía el pecoso.

Ahora que había probado el néctar prohibido de sus labios, solo deseaba más. Anhelaba poder besarlo otra vez, esta vez con calma, para deleitarse de esa dulzura a conciencia.

-Izuku... -suspiró con anhelo, llevándose una mano al pecho. Sentía que su corazón ía a estallar.

Mañana aclararía las cosas y se disculparía. Y si tenía suerte, quizás Midoriya le permitiría volver a conectar sus bocas en un beso del que no quisieran separarse.

 Y si tenía suerte, quizás Midoriya le permitiría volver a conectar sus bocas en un beso del que no quisieran separarse

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La noche había sido larga y los sueños agitados. Por fin llegó el nuevo día y con él, la oportunidad de aclarar las cosas.

Izuku se levantó más temprano de lo usual, ansioso. Mirándose al espejo intentó infundirse valor para enfrentar lo que vendría. Tenía que ser honesto con Shoto y también consigo mismo.

Por su parte, Shoto apenas y pudo pegar un ojo. Estaba decidido a hablar con Midoriya a la primera oportunidad. Rezaría porque le permitiera explicarse y juraría portarse mejor si conseguía una segunda oportunidad.

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