EL ADIOS

152 14 3
                                    

La pesadilla recurrente que atormentaba a Zaira no parecía tener fin

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La pesadilla recurrente que atormentaba a Zaira no parecía tener fin. Desde que Luke abandonó el campamento, su mente la transportaba cada noche a recuerdos que alguna vez la hicieron feliz, solo para devolverla a una realidad que la golpeaba con la fuerza de una ola implacable. Soñaba con él, con sus palabras, con las promesas que le hizo, y por un breve momento, en esos sueños, Zaira se sentía completa. Pero al despertar, el vacío volvía. Intentaba ignorarlo, pero el peso de su traición era demasiado.

Luke, su mejor amigo, su refugio, se había ido.

Clarisse había hecho lo suyo, asegurándose de que todos en el campamento supieran lo que Luke había hecho. A muchos no les importó. Algunos estaban sorprendidos. Y luego estaban aquellos, como Zaira, a quienes les dolió profundamente. Especialmente a los más nuevos, aquellos que Luke había cuidado, guiado, casi como si fuese un hermano mayor. Algunos de sus propios hermanos también sufrían en silencio.

Pero lo más inquietante fue la desaparición de Chris y otros campistas. Quirón los buscó por todos lados, sin éxito. Los rumores empezaron a correr, señalando que tal vez se habían unido a Luke y su causa.

Desde entonces, el campamento dejó de ser lo que era. La tristeza y la melancolía se palpaban en el aire, algo que Zaira no había sentido desde la muerte de Jade. El ambiente estaba cargado de incertidumbre y dolor.

—¿Estás bien? —preguntó Clarisse, que también se había levantado de golpe.

Clarisse había estado compartiendo cama con Zaira en esos días, con la bendición —un milagro, en realidad— de Quirón y el señor D. Era su forma de cuidarla, de no dejarla sola.

—Sí... solo algunos sueños —respondió Zaira, tratando de restarle importancia.

—Luke, ¿no es así? —murmuró Clarisse con odio en la voz.

Zaira desvió la mirada, lo cual fue suficiente respuesta para Clarisse.

—Aún no puedo creer que fuera capaz de eso. Incluso atacó al bobo de tu hermano —dijo Clarisse, refiriéndose a Percy.

—Tú también lo hiciste —respondió Zaira, más como una constatación que como un reproche.

—Pero yo no tiré a matar. El punto es que no deberías pensar tanto en esto. Te está haciendo daño, y odio verte así.

Zaira suspiró, sabiendo que Clarisse intentaba ayudar, aunque no fuera muy buena en ello.

—Lo siento —dijo Zaira, aunque no sabía exactamente por qué.

—No te disculpes, no es tu culpa —Clarisse suspiró, frustrada—. Sé que soy un desastre en esto, pero estoy intentando. Odio verte llorar y no poder hacer nada al respecto.

—No es necesario que hagas algo —respondió Zaira.

—Pero quiero hacerlo, aunque no sepa cómo. Aprenderé, como debería haber hecho desde el principio.

MESTIZOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora