EL AMOR DE UN TRAIDOR

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Aquella noche fue interminable. Durante ocho horas intentó encontrar una forma de escapar de aquella celda, pero sus esfuerzos fueron en vano. Las paredes eran de piedra gruesa, y la puerta, de acero macizo, estaba completamente reforzada. No tenía manija desde el interior, ni un agujero para la llave. Era una prisión sin fisuras, una trampa perfecta.

La celda parecía diseñada para un prisionero de larga estancia. Había una cama decente, aunque fría e incómoda, un par de libros tirados descuidadamente sobre ella, y una lámpara que apenas alumbraba el rincón. Parecía un pobre intento de hacer el lugar menos terrible, pero el resultado era más bien deprimente.

El silencio solo era roto por el sonido de los monstruos que rondaban por los pasillos. Susurraban entre ellos, y de vez en cuando, escuchaba risas burlonas que parecían dirigirse hacia su celda. Cada ruido la mantenía alerta, impidiéndole descansar.

Se sintió abrumada, no solo por su situación, sino también por las palabras de Luke. Lo recordaba con claridad, aquella vez en la princesa Andrómeda . Luke le había hablado sobre las tijeras de las Moiras. En ese momento, no le importaba lo que decía; su única preocupación era saber si sus hermanos y Annabeth estaban bien. Pero cuando el caos se calmó, su mente volvió a esa conversación, intrigada. Fue entonces cuando decidió buscar respuestas y acudió a Quirón.

El centauro la recibió con la calma y sabiduría que lo caracterizaba, y le habló del mito de las tres tejedoras del destino: las Moiras. Según la leyenda, hacía eones, ellas cortaban el hilo del destino con un artefacto llamado Diakopi , unas tijeras capaces de cortar lo imposible. Era un objeto único, capaz de cambiar su forma a la voluntad de quien lo poseyera, un poder que muchos deseaban, pero pocos comprendían.

Quirón le contó la historia de Malatos , un semidiós hijo de Némesis, quien vivía con el temor de perder a su amada debido a una profecía que anunciaba su muerte temprana. Desesperado, había robado a Diakopi para negociar con las Moiras. Su plan era simple: devolver el artefacto a cambio de que las tejedoras alargaran la vida de su compañera. Pero las Moiras, orgullosas y furiosas ante la insolencia de un mortal que pretendía controlar su voluntad, no aceptaron su oferta. En lugar de negociar, enviaron a un monstruo sin forma tras él.

Para las Moiras, Diakopi no tenía importancia. No se necesita específicamente ese artefacto para cortar el hilo del destino. Así, Malatos fue tragado por la criatura junto con Diakopi, y ambos desaparecieron del mundo. Los dioses buscaron el artefacto, pero la bestia que se lo había tragado se desvaneció, y desde entonces, Diakopi fue tachado como perdido.

Pero la parecer Cronos tenia muy claro su paradero.

Zaira se dejó caer sobre la cama, soltando un suspiro cargado de frustración. Todo se sentía abrumador, confuso. Estaba atrapada, traicionada por Luke, sin saber en quién confiar o cómo salir de aquella situación.

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