A la mañana siguiente, una vez que los ponis partieron para Florida, Quirón hizo un anuncio sorprendente: las carreras de carros continuarían como estaba previsto.
Tras la marcha de Tántalo, todos habían creído que ya eran historia, pero a fin de cuentas parecía lógico volver a celebrarlas, en especial ahora que Quirón había regresado y el campamento estaba a salvo.
A Tyson no le entusiasmaba la idea de volver a subirse a un carro, después de su primera experiencia, de modo que le pareció estupendo que formara equipo con Annabeth.
El conduciría, Annabeth combatiría y Tyson sería su mecánico. Mientras Percy cuidaba de los caballos, Tyson arregló el carro de Atenea y le introdujo un montón de modificaciones.
Pasaron dos días entrenándonos como locos. Annabeth y el acordamos que si llegaban a ganar, el premio, o sea, lo de librarse de las tareas domésticas durante el resto del mes, lo repartirían entre sus dos cabañas. Como Atenea tenía más campistas, ellos se llevarían la mayor parte de ese tiempo libre, algo que tampoco le importaba
A Percy el premio lo tenía sin cuidad
El lo que quería era ganar.
Era un hermoso día de verano, con el cielo azul y un sol resplandeciente. El campamento empezaba a recuperar el aspecto de siempre: los prados, verdes y exuberantes; las blancas columnas de los edificios, reluciendo al sol, y las ninfas del bosque jugando alegremente entre los árboles.
Mientras Annabeth y Percy guiaban sus caballos hacia la pista, no pujo dejar de admirarse ante el trabajo que Tyson había hecho con el carro de Atenea. La carrocería, cubierta de refuerzos de bronce, estaba reluciente. Las ruedas contaban con una nueva suspensión mágica y no notábamos el menor traqueteo mientras avanzaban. Los aparejos estaban tan bien equilibrados que los dos caballos respondían a la menor señal de las riendas.
Tyson les había fabricado también dos jabalinas, cada una con tres botones en el asta.
El primer botón dejaba la jabalina lista para explotar al primer impacto y para lanzar un alambre de cuchillas que se enredaría en las ruedas del contrario y las haría trizas
El segundo botón hacía aparecer en el extremo de la jabalina una punta roma (pero no menos dolorosa), diseñada para derribar de su carro al auriga
El tercer botón accionaba un gancho de combate que podía servir para engancharse al carro del enemigo o para mantenerlo alejado. Pensaba que estábamos en buena forma para la carrera, pero Tyson le advirtió que tuviera cuidado
Los otros equipos llevaban gran cantidad de trampas ocultas entre las togas.
—Toma —le dijo antes de empezar la carrera.
Y le entregó un reloj de pulsera que no parecía tener nada de especial: sólo una esfera blanca y plateada y una correa de cuero negro.
Normalmente, no le gusta llevar reloj
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MESTIZOS
FanfictionElla era una semidiosa, la semidiosa más fuerte que pudo aver conocido, alguien que apesar de tener todo en contra siempre lograba encontrar una manera para salirse con la suya Aunque claro, en el buen sentido. Zaira era especial, tenía aquella chi...