ANNABETH DESAPARECE

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Utilizando su gorra de invisibilidad Annabeth embistió contra los Di Ángelo y contra Percy al mismo tiempo, derribándolos al suelo, lo cual pilló por sorpresa al doctor Espino y lo dejó paralizado durante una fracción de segundo

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Utilizando su gorra de invisibilidad Annabeth embistió contra los Di Ángelo y contra Percy al mismo tiempo, derribándolos al suelo, lo cual pilló por sorpresa al doctor Espino y lo dejó paralizado durante una fracción de segundo. Lo suficiente para que la primera descarga de proyectiles pasara zumbando por encima de sus cabezas. 

Thalia y Zaira avanzaron entonces desde atrás: Thalia empuñaba a Égida, su escudo mágico. Si nunca has visto a Thalia entrando en combate, no sabes lo que es pasar miedo en serio. Para empezar, tiene una lanza enorme que se expande a partir de ese pulverizador de defensa personal que lleva siempre en el bolsillo. Pero lo que intimida de verdad era su escudo: un escudo trabajado como el que usa su padre Zeus (también llamado Égida), obsequio de Atenea

En su superficie de bronce aparece en relieve la cabeza de Medusa, la Gorgona, y aunque no llegue a petrificarte como la auténtica, resulta tan espantosa que la mayoría se deja ganar por el pánico y echa a correr nada más verla. Hasta el doctor Espino hizo una mueca y se puso a gruñir cuando la tuvo delante.

Espino clavo su vista sobre Zaira quien daba vueltas a Thalassa lista para lanzársela como si de una jabalina se tratara

Y lo hizo cuando el monstruo se movió, su tridente se clavo justo en su pierna y fue entonces que Thalia atacó con su lanza en ristre. 

—¡Por Zeus!

El creía que Espino estaba perdido: Thalia le había clavado la lanza en la cabeza

Pero él soltó un rugido y la apartó de un golpe, al mismo tiempo Thalassa caía a sus pies. 

Su mano se convirtió en una garra naranja con unas uñas enormes que soltaban chispas a cada arañazo que le daba al escudo de Thalia. De no ser por la Égida, la hija de Zeus habría acabado cortada en rodajitas.

El doctor le lanzó otra descarga de proyectiles a Thalia y esta vez vio cómo lo hacía. 

Tenía cola: una cola curtida como la de un escorpión, con una punta erizada de pinchos. La Égida desvió la andanada, pero la fuerza del impacto derribó a Thalia. 

Grover se adelantó de un salto. Con sus flautas de junco en los labios, se puso a tocar una tonada frenética que un pirata habría bailado con gusto. Ante la sorpresa general, empezó a surgir hierba entre la nieve y, en unos segundos, las piernas del docto quedaron enredadas en una maraña de hierbajos gruesos como una soga. 

Zaira aprovecho la confusión y salto a atacar, Thalasa atravesó su pecho y Espino soltó un rugido y comenzó a transformarse, ella retrocedió mientras el Doctor iba aumentando de tamaño hasta adoptar su verdadera forma, con un rostro todavía humano pero el cuerpo de un enorme león.

 Su cola afilada disparaba espinas mortíferas en todas direcciones. 

—¡Una mantícora! —exclamó Annabeth, ya visible. Se le había caído su gorra mágica de los Yankees cuando los tiró al suelo.

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