El día había sido más agotador de lo normal, pero no podía precisar por qué. Tal vez porque mis pensamientos se negaban a dejarme en paz. Mientras organizaba mi pequeña habitación, intentando distraerme, escuché un leve crujido en la puerta de entrada.
Mi cuerpo se tensó de inmediato. No esperaba visitas, y menos a estas horas. Caminé con cuidado hacia la puerta, esperando no encontrar nada, pero al mirar hacia abajo, vi un sobre blanco deslizado por debajo de la madera.
Fruncí el ceño mientras lo recogía. No había nada escrito en el exterior, ni un nombre, ni una dirección. Lo giré entre mis manos, sintiendo cómo mi corazón empezaba a latir con fuerza. Había algo inquietante en su simplicidad, pero lo abrí de todos modos.
Dentro había una hoja doblada, escrita con una caligrafía brusca, casi rabiosa:
"Sé lo que eres. No puedes esconderte para siempre. No estoy impresionado, pero otros podrían estarlo."
Sentí que el suelo se movía bajo mis pies mientras releía esas palabras una y otra vez. Un nudo se formó en mi garganta. ¿Quién sabía? ¿Cómo lo habían descubierto?
Mis manos temblaban mientras dejaba caer la carta sobre la mesa. La única persona que podía haber escrito algo así era Azkel. Él lo sabía. Él me había visto. Pero, ¿por qué haría esto? ¿Por qué amenazarme de esta forma?
Caminé en círculos por la habitación, tratando de calmarme. Tal vez era su manera de vengarse por haberlo apartado, por haberlo rechazado cuando intentó acercarse a mí. Tal vez quería exponerme por diversión, o tal vez solo quería asustarme. De cualquier manera, no podía permitirlo.
Agarré la carta nuevamente, la arrugué entre mis dedos y salí del departamento, con los ojos llenos de rabia. Mis pasos resonaron con fuerza en las calles vacías mientras buscaba algún lugar donde pudiera encontrarlo.
No tenía idea de dónde podría estar, pero si había un lugar en el que buscar, era aquel edificio abandonado donde lo había visto la última vez.
El aire estaba helado mientras caminaba rápidamente hacia allí, con la carta apretada en mi mano como si fuera una prueba irrefutable de su traición. Cuando llegué, empujé la puerta con más fuerza de la necesaria y subí las escaleras, el eco de mis pasos resonando en el edificio vacío.
La azotea estaba desierta cuando llegué. Miré alrededor, con la respiración agitada, sintiendo cómo la frustración crecía dentro de mí.
—¡Azkel! —grité, mi voz resonando en la fría noche—. ¡Sé que estás aquí!
El viento soplaba entre las paredes, pero no hubo respuesta.
—¡Deja de esconderte! —continué, mi voz quebrándose por la rabia—. ¡Sal ahora mismo!
Fue entonces cuando lo vi. Una sombra apareció detrás de la estructura rectangular que sobresalía en el centro de la azotea. Azkel se asomó, levantando las manos como si quisiera calmarme.
—¡Hey! Tranquila —dijo con una media sonrisa—. Me has asustado.
—¿Qué haces ahí escondido? —le pregunté, cruzándome de brazos.
—Pensé que eras un extraño... o la policía —respondió con un tono ligero que solo logró irritarme más.
Me acerqué a él rápidamente, sacando la carta de mi bolsillo y extendiéndola hacia él.
—¿Qué clase de broma es esta?
Azkel frunció el ceño mientras tomaba la carta. La leyó con atención, y poco a poco su expresión cambió, pasando de la confusión a la sorpresa.
—¿Tú crees que yo escribí esto? —preguntó, mirándome directamente a los ojos.
—¡Claro que sí! —respondí, apretando los puños—. Eres el único que sabe mi secreto.
Azkel negó con la cabeza, devolviéndome la carta.
—Nisha, te lo juro, esto no es mío. Ni siquiera es mi letra. Prometí dejarte en paz, y lo he hecho. No soy de los que juegan con estas cosas.
Su tono era tan serio que no pude evitar creerle. La rabia se esfumó tan rápido como había llegado, y fue reemplazada por una sensación de vacío y miedo.
—Si no fuiste tú... entonces, ¿quién? —murmuré, sintiendo un escalofrío recorrerme.
Azkel suspiró, cruzándose de brazos mientras me miraba.
—Eso es lo preocupante. Si alguien más sabe lo que eres, podrías estar en peligro.
—No necesito que me lo digas —respondí rápidamente, con un tono defensivo.
Azkel me miró con una mezcla de frustración y determinación.
—No es cuestión de querer, Nisha —dijo, su voz ganando firmeza—. Es cuestión de que necesitas a alguien que esté dispuesto a protegerte.
—¿Y por qué tú? —pregunté, cruzándome de brazos.
Él sonrió ligeramente, pero no era una sonrisa alegre.
—Porque al fin y al cabo, me debes una.
Fruncí el ceño, confundida.
—¿Qué estás diciendo?
Azkel soltó una pequeña risa, una mezcla de diversión y cansancio.
—Vamos, Nisha, ¿de verdad crees que tú eres la única que guarda secretos? Al igual que tú quieres esconder el tuyo, yo tengo algo que quiero proteger.
Lo miré fijamente, intentando leerlo, pero no pude.
—Eres imposible —le dije, sarcástica, mientras negaba con la cabeza—. No sé cómo te aguanto.
—No tienes elección —respondió con una sonrisa más amplia, casi arrogante—. Ahora, ¿quieres mi ayuda o no?
Suspiré, dándome cuenta de que estaba atrapada.
—Está bien, ¿cómo piensas protegerme?
Azkel se inclinó ligeramente hacia mí, bajando la voz.
—Primero, vamos a averiguar quién escribió esa carta y qué es lo que sabe. Y segundo... bueno, eso lo resolveremos después. Pero tendrás que confiar en mí.
Su mirada era intensa, como si tratara de convencerme de algo más que sus palabras.
—¿Confiar en ti? —repetí, arqueando una ceja—. Después de todo esto, no sé si puedo hacerlo.
—No tienes que confiar en mí completamente —dijo, encogiéndose de hombros—. Solo lo suficiente para no hacer esto sola.
El viento sopló con fuerza en la azotea, y por un momento ambos guardamos silencio, mirando la ciudad que se extendía ante nosotros.
—Está bien —murmuré finalmente, sabiendo que no tenía otra opción—. Pero si me fallas, no dudes que sabré cómo lidiar contigo.
Azkel sonrió, pero por alguna razón, esa sonrisa no era tranquilizadora.
-Aún tenemos una charla pendiente, querías que saliera de tu vida, y aquí me tienes de nuevo. - me echó en cara.
-Lo sé, te debo mil disculpas, pero ahora, quiero concentrarme en esto- contesté con mi voz quebrada
Mientras descendíamos por las escaleras del edificio, sentí que algo más grande estaba a punto de comenzar. Y lo peor era que, por primera vez en mucho tiempo, no tenía idea de cómo mantener el control.
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Entre dos Mundos
Teen FictionNisha es una joven huérfana con un secreto extraordinario: puede desplegar unas majestuosas alas a voluntad. En una bulliciosa ciudad que nunca se detiene, vive una existencia errante, sin hogar ni familia, ocultando cuidadosamente su don para evita...