Capítulo 29: Confesiones pendientes

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La cafetería estaba silenciosa. Habíamos cerrado hacía unos minutos, y el olor a café recién molido aún flotaba en el aire. Lily recogía unas tazas detrás del mostrador mientras yo me sentaba frente a una mesa, sintiendo el peso del día aplastarme. No podía seguir postergándolo. Necesitaba hablar con ella.

—Lily —dije, mi voz apenas un susurro, pero lo suficientemente fuerte para que se detuviera y me mirara.

—¿Qué pasa, Nisha? —preguntó, secándose las manos en el delantal y acercándose a mí con esa expresión de genuina preocupación que siempre lograba hacerme sentir un poco más segura.

—¿Podemos hablar? Hay algo importante que necesito contarte.

Ella asintió de inmediato, sacando una silla y sentándose frente a mí.

—Claro, dime. ¿Estás bien?

Negué con la cabeza, bajando la mirada hacia la mesa mientras jugueteaba con un borde del mantel.

—No, no estoy bien. Lily, he estado guardándome muchas cosas. Y aunque no puedo contarte todo, siento que mereces saber al menos una parte.

Lily me miró con atención, apoyando los codos sobre la mesa.

—Aquí estoy, Nisha. Lo que sea que necesites decirme, te escucho.

Respiré profundamente, tratando de ordenar mis pensamientos.

—Es sobre Matt... mi abuelo. Bueno, técnicamente no era mi abuelo, pero al final sí lo era.

—¿Cómo que técnicamente? —preguntó Lily, claramente confundida.

—Antes de morir, Matt me confesó algo que cambió todo lo que creía saber sobre mi vida. Resulta que era mi abuelo biológico. Era el padre de mi madre.

Lily abrió los ojos con sorpresa, pero no dijo nada. Me dio espacio para continuar.

—Lo más difícil es que... él fue responsable de lo que les pasó a mis padres.

Mi voz tembló al decir esas palabras. Era la primera vez que lo verbalizaba fuera de mi cabeza, y sentí cómo el dolor se hacía más real al hacerlo.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Lily, su tono suave pero lleno de incredulidad.

—No puedo entrar en demasiados detalles, pero... su ambición y sus decisiones llevaron a la tragedia que cambió mi vida.

Hice una pausa, sintiendo cómo el nudo en mi garganta crecía. Lily esperó pacientemente, sin presionarme.

—Y a pesar de todo, en sus últimos días intentó enmendarlo. Me dejó su casa, sus pertenencias, y una carta en la que me explicaba cuánto lamentaba todo.

Me pasé las manos por el cabello, intentando calmarme.

—Estoy tan rota, Lily. No sé cómo sentirme. Una parte de mí lo odia por lo que hizo, pero otra parte... otra parte lo extraña.

Lily se levantó y se acercó a mí, colocando una mano en mi hombro.

—Nisha, nadie te puede culpar por sentirte así. Es normal. Todo esto es... enorme. 

Sus palabras, tan simples pero llenas de significado, hicieron que las lágrimas que había estado conteniendo finalmente fluyeran. Me levanté y la abracé con fuerza.

—Gracias, Lily. No sé qué haría sin ti.

Ella me apretó con cariño.

—Nunca tendrás que averiguarlo, ¿vale? Y si en algún momento necesitas contarme más, sabes que puedes hacerlo.

Asentí, sintiéndome un poco más ligera.

Después de hablar con Lily, sentí que había dado un pequeño paso hacia adelante, pero sabía que aún había mucho que procesar. Había otra persona con quien necesitaba hablar: Azkel. Él siempre había estado ahí, ofreciéndome su apoyo, pero nunca le había dado una explicación real sobre lo que estaba pasando.

Cuando terminó mi turno, fui a buscarle, aunque por la hora, sabía dónde encontrarle.

Estaba sentado bajo un árbol cerca de la universidad, junto a su amigo Teht. Este último estaba inclinado hacia atrás, descansando contra el tronco mientras jugaba con una ramita en las manos. Dudé por un momento, pero finalmente reuní el valor para acercarme.

—¿Azkel?

Ambos levantaron la vista al escuchar mi voz. Él parecía sorprendido, pero se levantó rápidamente.

—Nisha. ¿Está todo bien?

—Necesito hablar contigo. ¿Tienes un momento?

Azkel miró a Teht, quien asintió con una sonrisa amable.

—Nos vemos más tarde —dijo su amigo, recogiendo sus cosas y alejándose, aunque no sin antes lanzarme una mirada de curiosidad.

Azkel y yo caminamos en silencio hasta encontrar un banco apartado. Me senté, jugando con los bordes de mi chaqueta mientras buscaba las palabras adecuadas.

—Es sobre Matt —comencé, levantando la mirada para encontrarme con sus ojos atentos—. Hay algo que necesito que sepas.

Le conté lo mismo que a Lily. Azkel me escuchó en silencio, su rostro mostrando una mezcla de empatía y tristeza.

—Nisha, no tenías que explicarme nada, pero me alegra que lo hayas hecho. Ahora entiendo mejor por qué te has sentido así últimamente.

—Gracias por escucharme —dije, sintiéndome un poco más ligera—. No sabes cuánto significa para mí saber que estás aquí.

Él me sonrió, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que tal vez no estaba tan sola como creía.

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