Capítulo 28: El Legado de Matt

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La noche me había consumido en un sueño inquieto, plagado de recuerdos confusos y fragmentos de conversaciones con Matt. Pero fue el sonido insistente del teléfono lo que finalmente me despertó, sobresaltándome. Con los ojos aún pegados por el sueño y la mente desorientada, alcancé el aparato, respondiendo con un hilo de voz.

—¿Sí?

—Nisha, soy el Dr. Watson —dijo una voz al otro lado de la línea, seria pero llena de compasión—. Lamento tener que decirte esto, pero tu abuelo, Matt, ha fallecido esta madrugada. Siento mucho tu pérdida.

Por un momento, el mundo dejó de girar. Supe que había respondido algo, aunque no recordaba qué. Las palabras del doctor se repetían en mi cabeza como un eco cruel, y el dolor en mi pecho crecía con cada segundo que pasaba.

—¿Nisha? ¿Sigues ahí? —insistió el doctor, sacándome de mi trance.

—Sí... sí, estoy aquí —logré decir con voz entrecortada—. Gracias por avisarme. Iré al hospital en cuanto pueda.

El doctor añadió algo más, pero sus palabras se perdieron en el vacío que se había instalado en mi mente. Colgué el teléfono y me senté en el borde de la cama, mirando al suelo como si esperara que este se abriera y me tragara.

Llegué al hospital sintiendo que cada paso era más pesado que el anterior. El doctor me estaba esperando en el pasillo de la planta. Al verme, su expresión se llenó de pesar, y me entregó un pequeño manojo de llaves y una carta.

—Matt me pidió que te entregara esto si llegaba el momento. Lo siento mucho, Nisha —dijo con una empatía que solo lograba intensificar mi dolor.

Agradecí con un leve asentimiento, sin poder confiar en mi voz para responder. Una vez fuera del hospital, me senté en un banco cercano, sosteniendo la carta con manos temblorosas.

La abrí, sintiendo un nudo en la garganta mientras leía las palabras de Matt:

"Para mi querida nieta, Nisha.

Si estás leyendo esto, significa que ya no estoy contigo. Lamento haberme ido sin poder reparar todo lo que hice, pero espero que encuentres algo de paz en lo que estoy a punto de decirte.

Las llaves que te entregaron son de mi casa. Hay una habitación cerrada con llave; la encontrarás en uno de los cajones de mi dormitorio. Dentro de esa habitación hay una caja que contiene cosas importantes, cosas que te ayudarán a comprender lo que no pude decirte en vida.

Nisha, nunca quise que las cosas terminaran así. Te dejé huérfana, pero quiero que sepas que nunca dejé de amarte. Mi hija, tu madre, confiaba en mí, y yo la traicioné. Nunca podré perdonarme, pero espero que algún día encuentres en tu corazón la fuerza para hacerlo.

La casa y todas mis pertenencias ahora son tuyas. Este es mi último intento de darte algo bueno, algo que realmente mereces. Gracias por haber sido mi luz, incluso cuando no la merecía.

Con todo mi amor,
Tu abuelo Matt."

Mis lágrimas cayeron sin control mientras releía la carta una y otra vez. Las palabras de Matt eran un recordatorio doloroso de su arrepentimiento y de todo lo que habíamos perdido. Pero también eran una promesa, una señal de que, a pesar de todo, él siempre había querido lo mejor para mí.

-

La casa estaba tan silenciosa como un cementerio. Cada rincón parecía impregnado de la presencia de Matt, como si aún estuviera ahí, observándome. Subí las escaleras lentamente, dirigiéndome al dormitorio principal.

Encontré la llave en uno de los cajones, justo donde Matt había dicho. Con ella en la mano, caminé hasta una puerta al final del pasillo. El sonido de la cerradura al girar fue como un latido que resonó en mi pecho.

Dentro, encontré una caja de madera, sencilla pero robusta. La llevé al suelo y me senté frente a ella, respirando profundamente antes de abrirla.

En su interior había fotografías, cartas, y un diario. Las fotos eran en su mayoría de mi madre, joven y sonriente, muchas de ellas junto a mi padre. Cada imagen era un golpe de nostalgia y dolor. Las cartas estaban dirigidas a Matt, escritas con una caligrafía elegante que reconocí como la de mi madre.

Tomé el diario y lo abrí por la primera página. Las palabras de Matt llenaban el papel con tinta negra, detallando su vida, sus pensamientos, y los eventos que habían llevado a la tragedia que marcó nuestras vidas. No pude leer más allá de las primeras líneas. El peso de todo era demasiado.

Decidí explorar el resto de la casa para distraerme. Cuando llegué al garaje, encontré algo que llamó mi atención: una sábana cubría un objeto sobre una mesa de trabajo. Había una nota al lado.

"¿Recuerdas que te hablé de una escultura que estaba haciendo? Espero que te guste, Nisha. Te quiero."

Con manos temblorosas, retiré la sábana, revelando una estatua tallada en madera. Representaba a mi madre, a mi padre y a mí, juntos, como una familia. Mi madre me abrazaba con ternura, mientras mi padre nos envolvía con sus alas, sus manos descansando sobre nuestros hombros.

Era perfecta, tan detallada que parecía viva. No pude evitar llorar al verla. A pesar de todo lo que había hecho, Matt nunca había dejado de amarnos. Esa escultura era su forma de decirnos cuánto lamentaba su error y cuánto nos había querido.

Llevé la escultura a la casa que ahora era mía, junto con algunas fotos y cartas. La coloqué en la entrada, junto al jarrón que Matt había hecho y las flores que había traído días atrás.

Al llegar la noche, revisé mi teléfono y vi varias llamadas perdidas de Lily. Me había olvidado completamente del trabajo. La llamé de inmediato, sabiendo que estaría preocupada.

—¡Nisha! —exclamó en cuanto contestó—. ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?

Tomé aire antes de responder.

—Lo siento, Lily. Mi abuelo falleció esta madrugada.

Hubo un silencio breve al otro lado de la línea, antes de que Lily respondiera con suavidad.

—Lo siento tanto, Nisha. Si necesitas algo, cualquier cosa, por favor dímelo.

—Gracias, Lily. Ahora solo necesito un poco de tiempo para asimilar todo. Te llamaré pronto.

—Está bien. Pero no olvides que estoy aquí para ti.

Colgué el teléfono y me dejé caer en la cama, abrazando una almohada mientras las emociones del día me abrumaban. La pérdida de Matt era un golpe devastador, pero también sabía que me había dejado algo más: una oportunidad para sanar, para reconstruir mi vida, y para descubrir quién era realmente.

Con la carta de Matt en mi mesita de noche y la escultura en el pasillo, me prometí a mí misma que encontraría la manera de honrar su memoria, incluso si aún no sabía cómo perdonarlo.






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