Capítulo 29: Sin limites

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Levanto la vista hacía el cielo nocturno. Las luces del norte iluminan la ciudad llenándola de unos colores suaves pero hermosos. Seis meses de noche y seis de luz. Lo normal en los polos.

Contemplo la luna desde lo alto de uno de los balcones del templo de Selene. Cassandra me debe muchas respuestas y me asegurare de que me las de.

La música inunda el ambiente extendiéndose como el viento por los rincones más remotos. Cierro los ojos disfrutando de la canción. Una plegaria al cielo por las almas perdidas durante siglos. Muy apropiado para la situación en la que nos encontramos. Se escuchan los violines, las guitarras, los pianos, las voces de muchísimas sirenas cantando. Esta es la ciudad de la música. El centro de todo lo que representa el Reino de las Sirenas. Y se ve día a día.

-- Has vuelto -afirma una voz a mi espalda.

-- No has contestado a mis preguntas. Además, quería saber como estabas -respondo dándome la vuelta.

La mirada azul de la mujer examina mi cara. Se acerca y coge mi rostro entre sus manos.

-- Estáis muy cansada y débil. Debéis descansar. Tenéis eterna juventud pero no sois inmortal. Sin descanso el agotamiento os vencerá -dice la mujer.

-- Solo necesito unas respuestas. De lo contrario creo que me volveré loca -le suplico.

-- Una Reina no debería suplicar -contesta. Suspiro y asiento-. Esta bien. Ven conmigo -sonríe.

Me coge de la mano como a una niña y me guía al interior del templo. Pasamos las grandes salas y los largos pasillos hasta llegar a la puerta de salida.

-- Ahora no tengo nada más que decirte pero pronto hablaremos de nuevo, mi Reina -me avisa.

Asiento y hago una leve reverencia.

-- Ten cuidado con lo que dices en la reunión. Es lo único que te puedo decir ahora -me aconseja.

Examino su rostro impasible y no puedo evitar suspirar. Ella sabe muchísimas cosas, pero para mantener el curso de la historia debe callárselas. Ese es el precio del conocimiento, saber y no poder decir nada. La peor tortura.

Bajo las largas escaleras hasta llegar a los jardines y pasar el gran laberinto. Camino por las callejuelas mientras la gente me saluda y algunas me hacen reverencias. Dios como odio eso. No hay necesidad alguna de algo así. Rozo mi colgante de plata y no puedo evitar pensar en todo lo sucedido. ¿Cómo voy a poder confiar en él? ¿Cómo Cassandra puede pedirme eso? Ella sabe lo que vivimos, como nos trato, todo.¿Cómo puedo hacerlo?

Confiar en un tritón. Confiar en Harry. ¿Podré hacerlo?

Abandono mis pensamientos al sentirme envuelta en unos finos brazos.

-- ¡Ambre! -grita una voz más que conocida-. Gracias al cielo que estas bien.

Me doy la vuelta y la abrazo con fuerza. Río al captar su olor. Alzo la mirada y me encuentro con un muchacho conocido que sonríe tiernamente mirándome.

-- ¿Tú que miras? -le reprocho divertida.

-- A una preciosidad abrazando a una idiota con un vestido demasiado sexy -dice con una media sonrisa.

-- William, no esta bien llamar idiota a tu novia -le reprocho riendo.

Él hace una mueca mientras Mariam se ríe de nosotros dos. Will se acerca y rodea los hombros de su novia y los mios.

Aguas Olvidadas { #Libro 2 }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora